miércoles, 10 de abril de 2024

Pasión: Capítulo 40

El jeep se acercaba cada vez más y Paula contuvo el aliento. Pedro dió un paso hacia ella, sus anchos hombros bloqueando el jeep, el poblado y todo lo demás. Todo lo que no fuera él.


—No tengo intención de dejar que vuelvas a tu casa.


No le gustaba cómo reaccionaba su cuerpo ante tan implacable afirmación.


—¿Estoy en periodo de prueba?


—Algo así. He dicho que te deseo, Paula. Y es verdad, en mi cama.


La enfadó tal arrogancia, aunque su pulso se aceleró traidoramente.


—No estoy interesada en ser tu nueva amante, Alfonso. Estoy interesada en el trabajo.


Pedro hizo una mueca.


—Tendrás un periodo de prueba de dos semanas. Dos semanas trabajando de día en la fundación y dos semanas en mi cama por las noches.


Paula apretó los puños, odiando el traidor chisporroteo de su sangre. ¿No tenía amor propio?


—Eso es un chantaje.


Pedro se encogió de hombros, como si no le importase.


—Llámalo como quieras, pero solo así tendrás un periodo de prueba.


—¿Y tu preciosa reputación? Si nos vieran juntos…


Pedro se acercó un poco más. Las palabras de Paula habían tocado algo en su interior. ¿Qué estaba haciendo?, se preguntó. Lo único que sabía era que las cosas que habían sido de suprema importancia para él ya no le parecían tan importantes. Solo existían el «Allí» y el «Ahora» con aquella mujer. Y el deseo. Sin embargo, no perdía de vista lo que lo había empujado durante todos esos años y era lo bastante cínico como parareconocer una oportunidad. Aparecer en público con Paula Chaves sería noticia y eso significaba poder publicitar las cosas que más le importaban. Como su fundación.


—Tengo intención de que nos vean juntos. Me he dado cuenta de que siete años es como siete vidas en el mundo de los medios de comunicación. Tú ya no eres noticia y si alguien quiere inventar una historia… No me importa que te vean a mi lado.


—Ah, gracias —dijo ella, irónica.


—Podrías estar intentando compensar tu degenerado pasado trabajando para mi fundación. A todo el mundo le gustan las historias de redención y, además, yo consigo lo que quiero, a tí. Estás en deuda conmigo, Paula. No pensarías que iba a darte un periodo de prueba sin obtener una recompensa, ¿Verdad?


Ella lo miró, perpleja. Debería darle una bofetada y tomar el autobús de vuelta a Manaos. Tal vez eso era lo que Pedro quería, empujarla, provocarla para que se fuera. Porque seguro que tenía una larga lista de amantes en Río. Pero eso solo consiguió despertar algo oscuro en su corazón: Celos.


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