miércoles, 3 de enero de 2018

Prohibida: Capítulo 46

-Y  ahora  sugiero  que  recojamos  a  Joaquín a  la vuelta  -le  dijo  mientras pagaba la cuenta.

 Desconcertada, Paula comprendió  que el  tiempo  había  desaparecido.

-¿Y  tu trabajo?  -preguntó-.  Una  vez  que  Joaquín llegue  a  casa,  olvida la posibilidad de acabar algo.

-Supongo que entonces tendremos que retomarlo más tarde -se levantó y la ayudó a ponerse de pie-. O tal vez -murmuró después de ayudarla a subir al coche-, incluso mañana.

Ya había incorporado otro día. Y lo peor era que una cierta dosis de placer hormigueó en su interior ante la idea de tenerlo más tiempo en  casa.  Se  preguntó  de  dónde  había  salido  eso.  Incómoda,  se  dijo  que era simple gratitud por la generosidad mostrada al quedarse con ella cuando no había necesidad.  Costaba no  experimentar  un  sentimiento cálido por una persona que se había desvivido por ella. Y  entonces  no  hubo  oportunidad  de  pensar  más  en  ello  porque  Jamie estuvo en el coche, contando excitado el día que había tenido, sacando dibujos que había hecho como un mago saca conejos de una chistera,  al  tiempo  que  los  ametrallaba  con  la  inacabable  mezcla  de  preguntas  prácticas  y  ridículas  que  siempre  provocaban  una  sonrisa  en Paula. Sin  embargo,  a  las  siete  los  ojos  de  Jamie  comenzaron  a  cerrarse  en  mitad  de  una  historia  que  le  contaba,  y  terminó  por  perderse por completo en un sueño reparador mientras Pedro lo subía a su habitación.

-¿Te  has divertido?   -le preguntó   cuando reapareció  cinco  minutos más tarde y se dejó caer con gesto agotado en el sillón.

La miró  con  ojos entrecerrados como  si  no hubiera  experimentado una diversión tan sencilla en mucho tiempo.

-He cancelado la  visita de Fede-anunció,  evitando  la  pregunta de ella-. Le dije que aún no estabas preparada para visitas.

 -¿Que has dicho... qué?

-Me has oído -indicó-. Veré a mi hermano antes de irme y como es evidente que los dos mantienen una amistad que va más allá de mi simple comprensión, podrás verlo cuando te plazca. No esta noche.

 -¿Y no me has consultado?

 -Correcto.  Dime  qué  quieres  para  cenar.  Me  arreglo  con  la  pasta, pero algo más complejo podría resultar incomestible. Me temo que fue Fede quien heredó todos los genes culinarios.

 -¡No puedes... no puedes... cancelar mis citas sin preguntármelo primero!

-Ya lo he hecho -la miró con calma mientras ella se sumía en la resignación.

 -Habría sido agradable...  Habría pensado  que  podrías  haber  querido  ver  a  tu  hermano.  No  mantienen un  contacto  estrecho.  Fede se habrá  sentido  terriblemente  ofendido...  He de  llamarlo,  explicarle que no fue mi idea...

-No tienes que explicarle nada a Fede -pudo sentir que perdía la  ecuanimidad.  No  sabía  qué  diablos  estaba  ocurriendo  ahí-.  ¿Y por  qué  te  preocupa  tanto  lo  que  piense  mi  hermano?  ¿Ejerce  alguna  influencia sobre tí? ¿Le tienes miedo por algún motivo?

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