-Y ahora sugiero que recojamos a Joaquín a la vuelta -le dijo mientras pagaba la cuenta.
Desconcertada, Paula comprendió que el tiempo había desaparecido.
-¿Y tu trabajo? -preguntó-. Una vez que Joaquín llegue a casa, olvida la posibilidad de acabar algo.
-Supongo que entonces tendremos que retomarlo más tarde -se levantó y la ayudó a ponerse de pie-. O tal vez -murmuró después de ayudarla a subir al coche-, incluso mañana.
Ya había incorporado otro día. Y lo peor era que una cierta dosis de placer hormigueó en su interior ante la idea de tenerlo más tiempo en casa. Se preguntó de dónde había salido eso. Incómoda, se dijo que era simple gratitud por la generosidad mostrada al quedarse con ella cuando no había necesidad. Costaba no experimentar un sentimiento cálido por una persona que se había desvivido por ella. Y entonces no hubo oportunidad de pensar más en ello porque Jamie estuvo en el coche, contando excitado el día que había tenido, sacando dibujos que había hecho como un mago saca conejos de una chistera, al tiempo que los ametrallaba con la inacabable mezcla de preguntas prácticas y ridículas que siempre provocaban una sonrisa en Paula. Sin embargo, a las siete los ojos de Jamie comenzaron a cerrarse en mitad de una historia que le contaba, y terminó por perderse por completo en un sueño reparador mientras Pedro lo subía a su habitación.
-¿Te has divertido? -le preguntó cuando reapareció cinco minutos más tarde y se dejó caer con gesto agotado en el sillón.
La miró con ojos entrecerrados como si no hubiera experimentado una diversión tan sencilla en mucho tiempo.
-He cancelado la visita de Fede-anunció, evitando la pregunta de ella-. Le dije que aún no estabas preparada para visitas.
-¿Que has dicho... qué?
-Me has oído -indicó-. Veré a mi hermano antes de irme y como es evidente que los dos mantienen una amistad que va más allá de mi simple comprensión, podrás verlo cuando te plazca. No esta noche.
-¿Y no me has consultado?
-Correcto. Dime qué quieres para cenar. Me arreglo con la pasta, pero algo más complejo podría resultar incomestible. Me temo que fue Fede quien heredó todos los genes culinarios.
-¡No puedes... no puedes... cancelar mis citas sin preguntármelo primero!
-Ya lo he hecho -la miró con calma mientras ella se sumía en la resignación.
-Habría sido agradable... Habría pensado que podrías haber querido ver a tu hermano. No mantienen un contacto estrecho. Fede se habrá sentido terriblemente ofendido... He de llamarlo, explicarle que no fue mi idea...
-No tienes que explicarle nada a Fede -pudo sentir que perdía la ecuanimidad. No sabía qué diablos estaba ocurriendo ahí-. ¿Y por qué te preocupa tanto lo que piense mi hermano? ¿Ejerce alguna influencia sobre tí? ¿Le tienes miedo por algún motivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario