viernes, 19 de enero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 14

—Paula no está casada, Pedro.

Ella levantó los ojos al cielo. No sabía si reírse o matar a Gabriel.

—Pero vive con alguien.

—Sí, claro, con Valen, pero... —empezó a decir el hombre, mirándola— Bueno, yo tengo que irme, así que os dejo discutiendo los detalles.

 Después de eso, salió de la cafetería, dejando a Paula indignada.

—No es muy sutil, ¿Verdad? —sonrió Pedro.

—No sé qué le pasa últimamente.

—Está intentando emparejarnos, cielo. Lo que no entiendo es por qué quiere hacerlo si tú ya tienes pareja.

Paula se puso colorada.

—Yo tampoco.

—¿No?

—No.  Además,  es  irrelevante  porque  yo  no  tendría  una  relación  contigo  aunque  fueras el último hombre en la tierra.

Pedro estiró las piernas por debajo de la mesa, divertido.

—¿Por qué no?

—Porque no. Eres el típico machista que opina que el sitio de una mujer está en casa. Supongo que ni siquiera sabrás lo que es «el nuevo hombre», ¿Verdad?

—¿A qué te refieres?

—Al tipo de hombre que respeta a su pareja, que plancha y friega los platos a medias con su mujer y que no le impediría ir a dar un paseo por la montaña si eso es lo que quiero hacer.

—¿No crees que yo sea ese tipo de hombre?

—¿Tú?  Tú eres un clónico  del  hombre  de  las  cavernas  —contestó  Paula, sarcástica—. La única diferencia es que tú llevas ropa en lugar de taparrabos.

Los ojos del hombre brillaron, irónicos.

—Cuando quieras verme con un taparrabos, sólo tienes que decirlo.

La imagen de Pedro Alfonso desnudo pasó por su mente en ese momento y Paula se puso colorada.

 —¡Qué original!

—¿Por qué no estás casada, doctora Chaves?

—No es asunto tuyo.

—Entonces, Valen no es tu hombre.

—Vamos a  dejar  clara  una  cosa  —dijo  entonces  Paula—. Puedes  vivir  en  mi  casa  porque  me  viene  bien  y  a  Gabriel le  haría  ilusión,  pero  no  serás  más  que  un  inquilino. ¿De acuerdo?

Pedro levantó una ceja.

—¿He pedido yo algo más?

—No, pero...

—Yo nunca tocaría a la mujer de otro hombre. Y tú tienes pareja, ¿No?

—Sí, pero...

—Pues ya está —la interrumpió él, levantándose—. Si no tuvieras pareja, la situación sería diferente, claro.

Pedro Alfonso la miró  a  los  ojos  durante  unos  segundos  y  Paula tuvo  que  tragar  saliva, incómoda. ¿Qué  ocurriría  cuando  descubriera  que  su  pareja  era  Valentina?  Nada. No pasaría  nada, se dijo. Ella se encargaría de que fuera así. Se lo debía a su hija.

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