miércoles, 31 de enero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 24

—No lo haré. Pero Ariel va a tener que pasar por el quirófano en cuanto dé a luz. No quiero más niños —sonrió Celina, despidiéndose.

 Catalina entró diez minutos después.

—Acabo  de  sacarle  sangre  a  Celina Webster.  ¿Crees  que  la  varicela  del  niño  habrá  afectado al feto?

—Seguramente es inmune. La mayoría de la gente lo es —contestó Paula.

—¿Y si no?

—Habrá que ponerle un IGZ.

 —¿Qué es eso? Suena como algo de otro planeta.

—La inmunoglobulina de Zoster —rió Paula—. Inmunidad inmediata.

—Ah, vaya. Cada día se aprende algo nuevo —dijo la enfermera—. Bueno, pero de lo que yo quería hablar es del nuevo médico...

En ese momento se abrió la puerta y Catalina se quedó boquiabierta al ver a Pedro.

—Te  presento  a  Pedro Alfonso—dijo Paula—. Doctor Alfonso,  le  presento  a  su  enfermera...

—Catalina Griffiths —la interrumpió él con una sonrisa.

—¡Pedro! —exclamó Catalina, antes de echarse en sus brazos.

Él la abrazó, riendo.

—Has crecido mucho, Cata.

—Sí —rió ella.

Por  un  momento,  Paula sintió  una  punzada  de  celos.  Pero  no  podían  ser  celos, era absurdo. Ella no estaba buscando pareja y si la buscara... no sería Pedro Alfonso.

 —Pensé que no volverías nunca.

—Me obligaron —sonrió Pedro.

—¿Quién, Gabriel?

—Gabriel.

Paula los  miró,  sorprendida.  Obviamente,  se  conocían  muy  bien... ¿Y  a  ella  qué  le importaba?

—¿Dónde te alojas? —preguntó Catalina entonces.

—En casa de Paula.

—Le he alquilado el establo —explicó ella.

 —Menudo honor. Paula no suele alquilar su casa a ningún hombre.

—Eso tengo entendido. Digamos que a ella también la obligaron.

—¿Gabriel?

—Gabriel—contestó Paula.

—Debería abrir una agencia de contactos —rió la joven enfermera—. Es encantador.

—Irresistible —murmuró Pedro, mirando su reloj—. Tengo que hablar contigo, Paula...

 —Aún no he terminado la consulta.

—Es sobre una paciente.

—Ah, muy bien. ¿Cuál es el problema?

—Es esa mujer que mencionaste  hace  unos días... —empezó  a  decir Pedro, apoyándose en la puerta—. La señora Thompson.

—¿Qué ocurre?

—Puede que haya descubierto  qué  le  pasa  —dijo  él,  dejando  un  periódico  sobre  su  escritorio—. Lee la página cuatro. Puede que eso te dé una pista.

—Gracias —murmuró  Paula. 

Cuando  Pedro salió  de  su  consulta,  tomó  el  periódico  y  buscó la página cuatro, de noticias locales. En ella había varios titulares:  Escuela  de  primaria  gana  el  premio  al  mejor  cartel,  Anciana  asaltada  en  el  mercado... Pero una en especial llamó su atención: Un hombre acusado de conducir bajo los efectos del alcohol.

—¿Qué  pasa?  —preguntó  Catalina, leyendo por  encima  de su  hombro—. Ah,  vaya. Es un viajante y le han retirado el permiso de conducir. Pues habrá perdido su trabajo.

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