Sin esperar un segundo, llamó a la secretaria del doctor Gordon y pidió hora para su paciente. Se le había pasado la mañana volando y cuando miró su reloj, se dio cuenta de que llegaba tarde a la comida con Gabriel.
—Hola. Siento llegar tarde... —Paula no terminó la frase al descubrir que, sentado al lado del director de la clínica, estaba Pedro Alfonso, que observaba su reacción con una sonrisa.
—Te estábamos esperando. Quiero presentarte al nuevo interino —dijo Gabriel.
—Ya nos conocemos —sonrió Pedro.
Paula sintió un ataque de pánico. No quería trabajar con aquel hombre. Pedro Alfonso la hacía sentir... la hacía sentir...
—No sabía que se conocieran.
Ella no confiaba en la inocente expresión de Gabriel. Además, se había encontrado con Matías y él tenía que haberle hablado de Pedro. Seguro. Aquella era otra de sus trampas para buscarle novio.
—Nos conocimos en la montaña —explicó Pedro—. Paula me dió consejos sobre cómo bajar por una cuerda.
Gabriel Carter sonrió.
—Excelente. No se me había ocurrido pensar cuántas cosas tenéis en común. Así será más fácil que tengáis una buena relación profesional.
¿Buena relación profesional? Paula no se veía teniendo una buena relación con aquel hombre ni aunque viviera cien años. Él era todo lo que odiaba en un hombre: arrogante, machista... y terriblemente atractivo. ¿Trabajar con él? ¡Nunca! Pedro Alfonso la hacía sentir como una mujer y esos eran sentimientos que Paula había desterrado tiempo atrás.
—¿No vas a comer, Paula? —preguntó Pedro entonces con una sonrisa.
—Creí que no te gustaban las mujeres médicos —dijo ella, intentando disimular su turbación—. Especialmente las mujeres rubias.
—Al contrario. Me gustan mucho las mujeres médicos, especialmente si son rubias.
Paula se mordió los labios cuando vió el brillo burlón en los ojos del hombre. Pero aquella vez no caería en su trampa.
—Pedro va a ayudarnos hasta que encontremos a alguien que ocupe el puesto de Lucas. Y un médico como él es justo lo que necesitamos —dijo Gabriel.
—Puede que Paula no esté de acuerdo —sonrió Pedro—. Ella cree que soy un machista insoportable.
—Yo diría que lo eres un poco. Tantos años en el ejército...
—¿En el ejército? ¿Estudiaste medicina en el ejército? —preguntó Paula.
—No. Primero estuve en el ejército y luego estudié la carrera.
Podía imaginarlo en el ejército. Con el pelo muy corto, los rasgos cuadrados y la naríz recta parecía un oficial de película.
—¿Cuál es tu especialidad?
—Traumatología.
Una pregunta tonta, pensó entonces, recordando lo que había hecho con Franco. Eso explicaba su habilidad y su confianza.
—¿Vas a llevar la consulta de urgencias?
—Eso parece.
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