lunes, 29 de enero de 2018

Lo Inesperado: Capítulo 20

—No lo sé —contestó Paula, volviéndose para preparar la cena de Valen—. Supongo que una breve aventura, un revolcón...

—¿Qué quieres, que me case contigo?

—¿Es  que  eres  sordo?  ¡No  quiero  nada  de  tí!  No  quiero  una  aventura  y  no  quiero  casarme contigo. No quiero una relación con nadie.

—¿Tan mala fue?

—¿Qué quieres decir?

—¿Tan mala fue tu relación con el padre de Valen?

—Mi relación con el padre de Valen  no es asunto tuyo.

—No estoy de acuerdo.  Si  él  es el  culpable  de  que  no  quieras  saber  nada  de  los  hombres, tengo derecho a saber por qué.

 Paula  se volvió de nuevo, nerviosa.

—No tienes ningún derecho a saber nada. Y lo que pasó con el padre de Valen está olvidado. Es historia.

—¿La niña no ve a su padre? —preguntó Pedro.

—No.

—¿Y te parece bien privarlo de sus derechos?

Paula tuvo que apretar los dientes para no darle un puñetazo.

—¿Se puede saber por qué te interesa tanto mi vida?

—¿El padre de Valen no estaba interesado en la niña? —insistió Pedro.

—En absoluto.

Paula no quería pensar en el padre de su hija ni en el dolor que le había causado a toda su familia.

—Pero supongo que tú lo amabas.

¿Amar a aquel canalla?  Paula tuvo  que  contener  una  carcajada. Pero  no  pensaba  contarle nada a Pedro. Tenía que mantener las distancias.

—Todos cometemos errores —murmuró, sacando una sartén.

—Y la niña ha pagado el precio.

 Ella  se  volvió  entonces,  indignada.  Aquella  broma  tenía  que  terminar.  No  pensaba  permitirle que siguiera sacando conclusiones sobre su vida.

—Siempre juzgas a la gente sin conocerla, ¿Verdad?

—Cuéntame lo que pasó.

—No tengo intención de hacerlo porque no es asunto tuyo. Mi hija tiene todo lo que necesita.

 —Excepto a su padre.

—En este caso, es mejor que esté sin él —replicó Paula, cortando verduras.

 —Quizá es mejor un padre mediocre que no tener padre.

—Eso  demuestra  lo  poco  que  sabes  de  la  situación.  Mi  hija  sólo  me  tiene  a  mí,  pero siempre estoy  a  su  lado.  No  cambio  de  opinión  cuando  tengo  un  mal  día  ni  me  marcho cuando aparece algo que me interesa más.

—¿Eso es lo que hizo el padre de Valen?

Paula se  volvió,  despacio,  intentando  mantener  la  calma.  ¿Quién  se  creía  aquel  hombre para interrogarla de esa forma?

—El padre de Valen era un canalla.

—Pues tú no debías pensar eso cuando te acostabas con él —replicó Pedro.

El sonido dé una bofetada resonó en la cocina. Lo había golpeado, pensó, incrédula. Ella, que nunca había pegado a nadie en su vida.

—Lo siento...

—No  te  disculpes —sonrió  Pedro,  acariciándose  la  mejilla—. Me  lo  merecía.  Ha  sido  un comentario estúpido.

Aún sorprendida por lo que había hecho, Paula estuvo a punto de contarle la verdad, pero  lo  pensó  mejor.  No  tenía  por  qué  contarle su  vida a aquel  extraño.  No podía confiar en él.

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