viernes, 2 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 26

Paula dejó caer los hombros.


–Es muy amable por tu parte, Pedro; pero, aunque me pudieras pasar el viaje a mí, no podría ir.


–¿Por qué no?


Paula guardó el móvil en el bolso y suspiró. 


–Tendría que ir en el plazo de un mes.


–¿Y? –Pedro arrugó el ceño–. ¿No puedes tomarte unos días de vacaciones?


–Ese no es el problema –contestó Paula–, me deben muchos días de vacaciones. El problema es con quién ir.


Los ojos de él oscurecieron. Pedro volvió a fruncir el ceño.


–No sigas.


Paula adoptó una expresión de lo más beligerante.


–¿Que no siga qué?


–No voy a ir contigo a esa maldita isla, Paula. Hemos hecho un trato: dos horas. Y ya nos hemos pasado de las dos horas. 


–Es solo por una semana –dijo ella–. Además, siempre he querido ir a una isla privada, a cualquiera. Hace siglos que no salgo de vacaciones. Estaríamos en una villa de lujo y…


–Ve con una amiga –dijo Pedro–. Díselo a Carolina.


–Ella no puede dejar las clases, no puede abandonar a sus alumnos –replicó Paula–. Además, no podría ir con una amiga. Todos deben pensar que, como ganador del premio, me vas a llevar a la isla. ¿Qué excusa podría poner para explicar ir sola, sin tí?


–Invéntate algo, te sobra imaginación –comentó él sarcásticamente.


–¿Te niegas a ir solamente por lo que te he contado?


–Me niego a ir porque la idea de una aventura entre tú y yo es ridícula.


–¿Por qué? –preguntó Paula, con su ego por los suelos.


¿Tan desagradable era como para que Pedro no soportara la idea de acostarse con ella? ¿Había malinterpretado el beso y las caricias de él? ¿Y su excitación sexual?


–Paula… –dijo Pedro con un suspiro y cara de intentar no perder los estribos–. No voy a negar que te encuentro atractiva, pero eso no significa que vaya a hacer algo al respecto.


–¿Por qué no? ¿Por qué te importa tanto que sea virgen? Alguna vez tiene que ser la primera. Y mejor contigo, que nos conocemos, a acostarme con un desconocido.


–¿Tú y yo? Eso es una locura –dijo él con voz grave e intensa, como si le costara un esfuerzo no darse por vencido–. Tú quieres casarte y todas esas cosas. A mí eso no me interesa, ni contigo ni con nadie.


–¿Es por lo del divorcio de tus padres? –preguntó Paula–. Ella me lo contó, debió ser horrible.


Pedro apretó los labios.


–Sí, bueno, no es muy agradable que la noche antes de cumplir los quince años tu padre te diga que tiene una amante a la que ha dejado embarazada. Pero no es por eso. No quiero complicarme la vida, no quiero tener relaciones serias con nadie. 

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