miércoles, 14 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 42

Paula se frotó contra él, ofreciéndose a sí misma, dejándose guiar por el instinto como si su cuerpo supiera qué hacer y cuándo. Pedro le separó los labios mayores y después, suavemente, le introdujo un dedo. Ya seguro de que ella le había aceptado, le metió dos dedos y los movió dentro de ella como si fuera lo más preciado del mundo.


–¿Todo bien? 


–Maravillosamente bien –respondió Paula con un tembloroso suspiro. 


Luke se preparó para penetrarla, muy despacio. Ella jadeó de placer, pero Luke creyó que había sido por el dolor y salió de su cuerpo.


–¿Te he hecho daño?


–No, en absoluto. Lo que pasa es que me ha sorprendido lo bien que me ha hecho sentir. Lo bien que tú me has hecho sentir.


Pedro volvió a penetrarla, lentamente, centímetro a centímetro, hasta que ella le aceptó entero. Después, comenzó a moverse despacio, a empellones suaves que la hicieron estremecer de placer. No era tan directo e intenso como antes, cuando él la había excitado con la boca, pero el ritmo de los movimientos de él provocó un exquisito anhelo en ella. Estaba a punto de alcanzar el clímax, pero aún incapaz de llegar al punto de aquel viaje sin retorno. Pedro bajó la mano, le acarició el clítoris con los dedos mientras se movía y desencadenó una explosión. Oleadas de un insoportable placer la sacudieron, el feroz impacto la hizo gritar. Esperó a que ella se calmara para, con una serie de rápidos y duros empellones, dejarse llevar al punto álgido del pacer. Después, silencio, un silencio profundo. Una absoluta paz la envolvió y se entregó a aquella exquisita relajación… Mientras Paula dormía, con un brazo alrededor de su cintura y una mano sobre su corazón, no podía apartar los ojos de ella. Por una parte, se reprendía a sí mismo por lo que había pasado, por lo que había permitido que ocurriera; al mismo tiempo, no se arrepentía de haber hecho el amor con ella. Tenerla en los brazos, poseerla y conseguir que Paula tuviera un orgasmo con un hombre por primera vez era algo que escapaba a su experiencia. No le había ocurrido eso nunca. ¿Era por eso por lo que le había parecido tan diferente, por haber sido ella virgen? No lo sabía con seguridad, aunque consideraba un honor y un privilegio que ella hubiera confiado en él tanto como para hacerle su primer amante. Solo estaba seguro de una cosa: jamás olvidaría aquella experiencia. Pero no estaba dispuesto a ir más allá. No iba a permitir que su relación fuera más lejos. Un breve romance; después, Paula sería libre para continuar con su vida y buscar al hombre perfecto, si ese hombre existía. 

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