lunes, 26 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 65

 –¿Por qué lloras? ¿No te gusta? Si quieres, lo cambiaré por otra cosa y…


–Oh, Pedro… –Paula gimió y rió simultáneamente–. Me encanta. Lloro porque nunca me habían regalado nada tan precioso. Es el mejor regalo de mi vida. Has sido muy generoso, pero deberías dejar de gastar tanto dinero en mí.


Pedro se levantó, rodeó la mesa, se colocó a su lado y le abrochó la cadena con el colgante.


–Es un recuerdo. Un detalle para que te acuerdes de mí.


«Un detalle para acordarme de tí».  Esas palabras fueron como si la hubieran despertado a bofetadas y sacado de un mundo de ensueño en el que existían los finales felices.


–Me parece que no voy a olvidarte tan fácilmente –Paula se tocó el colgante–. Estos últimos días han sido los mejores de mi vida.


Pedro esbozó una sonrisa ladeada.


–Me alegro de que lo estés pasando bien. Te lo mereces.


–¿Y tú, lo estás pasando bien?


Pedro le tomó la mano y entrelazó los dedos con los de ella.


–Estoy disfrutando tanto que me va a resultar difícil volver al trabajo.


Paula le estrechó la mano.


–Quizá debieras tomarte más días de vacaciones.


–Es posible que tengas razón –Pedro se quedó pensativo unos segundos–. Antes de que mis padres se divorciaran me encantaba ir de vacaciones. Pero después… En fin, ya no era lo mismo.


–Debió ser duro, sobre todo, para tu madre y para tí encargarse de que Carolina no lo pasara muy mal –dijo Paula.


Pedro le soltó la mano y lanzó un suspiro.


–Mi madre hacía lo que podía, pero, durante las vacaciones, le resultaba muy difícil ver otras familias, otras parejas, haciendo lo que ella solía hacer con nosotros antes de que mi padre nos abandonara. A mí no me quedó más remedio que asumir el papel de hombre de la casa; entre eso, los estudios y cuidar de Caro… Bueno, no me quedaba mucho tiempo para los amigos y demás cosas propias de la adolescencia.


–Eres un hijo estupendo y un hermano maravilloso, Pedro –declaró Paula–. Tu madre y Caro no paran de hablar de lo mucho que te quieren, y también de que les gustaría verte con más frecuencia.


–Sé que debería ir a verlas con más frecuencia, pero siempre estoy inundado de trabajo.


–¿No crees que, hasta cierto punto, eres tú el responsable de tener tanto trabajo? –dijo Paula a modo de comentario–. Diriges un negocio de gran éxito. ¿No te parece que podrías dejar que otros hicieran parte de lo que tú haces? No es saludable trabajar tanto, Pedro.


Pedro frunció el ceño.


–Me gusta mi trabajo.


–Pero hay otras cosas en la vida también –dijo Paula–. Sin embargo, ¿Cómo vas a disfrutarlas si no tienes tiempo más que para el trabajo?


Pedro volvió a agarrarle la mano. 

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