miércoles, 14 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 41

Pedro le besó la punta de la nariz. 


–A pesar de eso, das la impresión de ser muy joven. Quizá sea porque crees que hay que disfrutar la vida y estás dispuesta a cualquier cosa por conseguir que sea así.


–A eso le llamo yo ser positiva –dijo Paula–. Hay que mirar hacia delante, no hacia atrás.


Pedro la miró fijamente, como si buscara en la profundidad de los ojos de ella comprensión.


–Paula… Tienes que entender que esto es solo temporal. No puedo prometerte nada. Incluso poco tiempo puede ser un riesgo.


Paula no estaba segura de a qué riesgo se refería él. ¿A que ella acabara gustándole demasiado? ¿O su compañía? ¿O se refería a que no quería correr el riesgo de enamorarse de ella? También tenía que considerar los riesgos para ella. ¿Y si se enamoraba de Pedro? ¿Estaba jugando con fuego al comenzar una relación sin posibilidades de que fuera a largo plazo?


–Podríamos fijar una fecha límite si quieres –dijo Paula–. Podríamos programar nuestros móviles para que nos la recordaran. Rin –Ella chascó los dedos–. Final de la relación.


–Estás de broma, ¿No?


–No –respondió Paula–. Este asunto te preocupa; en ese caso, ¿por qué no fijar una fecha para romper la relación?


–Me parece demasiado… Clínico.


–No es clínico, sino práctico –declaró Paula–. Acordamos una fecha y cumplimos lo acordado. Lo digo en serio, podría incluso escribir un artículo sobre ello. Podría titularlo Guía sencilla para tener una aventura amorosa o, si no, Romance sin lágrimas.


Pedro frunció el ceño y empezó a apartarse de ella.


–Puede que esto no sea una buena idea. 


Paula le puso una mano en el brazo.


–¿Tú me has dado placer y yo no te voy a dar placer a tí? Eso no es justo. 


Pedro le cubrió la mano con la suya, pero apretó los labios.


–De acuerdo. Una semana a partir de hoy, ¿Te parece? 


¿Una semana? Paula había esperado al menos dos o tres. Meses, no semanas. Incluso mejor años.


–De acuerdo.


Pedro la miró fijamente durante unos instantes antes de besarla con pasión, renovando su deseo. Separó la boca de la suya, abrió el cajón de la mesilla de noche y sacó un preservativo. Paula sabía que ese era un momento importante para ella y también para él. Iban a tener un romance de una semana. Eran dos iguales, dos personas en busca de una conexión puramente física. Pensativamente, se quedó mirando el sobrecillo del preservativo.


–Espero que la fecha de caducidad no haya pasado. ¿Tomas anticonceptivos?


–Tomo la píldora para regular mi menstruación –contestó Paula–. No soporto no saber cuándo me va a venir. La píldora me permite planificarme mejor.


Pedro sacó el preservativo del sobre, se lo puso y, después, se colocó entre las piernas de ella.


–¿Segura que quieres hacerlo? Todavía podemos parar. 


Paula le puso las manos en el rostro y alzó los ojos al techo.


–Ya te he dicho que sí quiero hacerlo. ¿Es que no me has entendido? 


Pedro le dedicó una sonrisa ladeada.


–Está bien, entendido. Sé que me deseas, pero creo que no tanto como yo a tí.

 

–Ponme a prueba. 

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