viernes, 2 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 28

 –¿Qué pasa?


–Ha habido un escape de gas –respondió el policía–. Se ha tenido que evacuar el edificio y la calle está cortada –el policía indicó una señal–. Va a tener que desviarse por esa calle.


–¡Pero yo vivo ahí, en ese edificio! –exclamó Paula echándose hacia Pedro para poder hablar con el policía.


–No podrá entrar hasta que el problema se haya solucionado – declaró el policía con firmeza.


–¿Y cuánto tiempo va a llevar eso? –preguntó Paula. 


El policía se encogió de hombros.


–No lo sabemos. Tendrá que ir consultando la página Web de la compañía del gas, ahí se informará.


–Pero necesito ropa y cosas así. 


–Lo siento. La zona está acordonada; de momento, no se puede pasar. 


Paula se recostó en el respaldo del asiento y dejó caer los hombros.


–Estupendo. Ahora ni siquiera puedo ir a mi casa.


Pedro subió la ventanilla del coche y se puso en marcha.


–Te llevaré a un hotel. Puedes quedarte ahí hasta que te permitan volver a tu casa.


–No puedo pagar un hotel –declaró Paula–. Y, si lo que estás pensando es en pagarme tú la habitación, me niego rotundamente.


Luke paró el coche en un espacio libre y después se volvió para mirarla.


–¿Por qué no llamas a Caro? Podrías quedarte en su casa unos días. 


Paula se mordió los labios.


–No puedo quedarme en su casa, está muy lejos de mi trabajo.


–¿Y en casa de tu familia? ¿No viven en Londres?


Paula miró por la ventanilla. Era en momentos como ese cuando se daba cuenta de lo diferente que era del resto del mundo. No tenía un sitio donde quedarse en situaciones de crisis.


–No puedo quedarme en su casa, es demasiado pequeña.


–No lo entiendo, Caro me ha contado que le habías dicho que vivían en una mansión en…


Paula le lanzó una mirada de soslayo.


–Mentí, ¿Contento ya? Viven en una casa de protección oficial en Birmingham.


–¿Por qué has mentido sobre tu familia?


–Porque… Porque ni siquiera son mis padres –Paula lanzó un soplido–. Es una familia que me acogió en su casa.


–¿Vivías en una casa de acogida cuando eras pequeña? –preguntó Pedro con una mezcla de preocupación y sorpresa–. ¿Dónde estaban tus padres?


–Mejor no lo preguntes.


 Pedro frunció el ceño. 

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