viernes, 30 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 71

Paula no podía negar ya la verdad. Llevaba años ocultándose tras una telaraña de mentiras. Llevaba años presentándose ante la gente como quería ser, no como era en realidad. No era la chica que lo tenía todo, la chica de su columna, sino una joven soltera y sola con una triste infancia, una joven que soñaba con vivir un cuento de hadas. Pero su apuesto príncipe azul se había encerrado en una torre de arrepentimiento y culpa, y ella no podía hacer nada por impedirlo. Ni siquiera debería haberlo intentado. Si le hubiera confesado la verdad desde el principio, se habría ahorrado mucho sufrimiento. No había hecho caso de sus propios consejos, que repartía con prodigalidad en su columna. Jamás aconsejaría a nadie que fingiera tener novio para no quedar en ridículo; por el contrario, diría que una relación basada en una mentira no era una auténtica relación. ¿Qué derecho tenía ella a dar consejos? Su vida era un desastre, siempre había sido un desastre. Su vida entera se basaba en una mentira. Y eso tenía que cambiar. Ahí mismo. En ese momento. Agarró el móvil y comenzó a escribir una columna. Karina se iba a poner furiosa y quizá la despidiera; pero, al menos, ella ya no viviría una mentira.



Pedro no podía dejar de pensar en la isla: El sol, la arena, la playa, la bahía y la roca desde la que se habían tirado al agua. Aquella isla era un rincón apartado del mundo, allí se habían sentido en un paraíso, en contacto con la naturaleza. No lograba dejar de pensar en la extraordinaria comida que Paula había preparado, en las sobremesas, en las prolongadas cenas con champán a la luz de las estrellas. Pero, sobre todo, no conseguía dejar de pensar en ella. Le acompañaba, en el pensamiento, cada minuto, cada segundo del día y la noche. Estaba dentro de su cuerpo. Si cerraba los ojos sentía sus suaves y pequeñas manos acariciándole. Sentía su boca, sus labios, su lengua. Llevaba su sonrisa clavada en el corazón. Cada vez que la imaginaba sonriendo el corazón se le encogía. Cada vez que regresaba a casa después del trabajo, ésta le parecía vacía y solitaria. Ni siquiera el trabajo le satisfacía como antes; y menos con Diana sacudiendo la cabeza y lanzándole miradas de exasperación prácticamente todo el tiempo. Aunque Diana había dejado de sermonearle, aquella tarde, cuando salía del trabajo, vió en la pantalla del ordenador de su secretaria la última columna que Paula había escrito. Hasta el momento, había resistido la tentación de leer las últimas mentiras que ella debía haberse inventado últimamente; pero en esta ocasión, no pudo evitar leer la columna. Era un artículo largo, pero sincero y honesto. Confesaba que se había criado en casas de acogida debido a que sus padres habían abusado del alcohol y las drogas; hablaba de la desesperación con que había querido integrarse en la sociedad, ser normal… Hablaba de todo lo que le había contado a él. 

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