viernes, 23 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 56

Pedro estaba decidido a hacer lo que fuera con tal de conseguir que Paula disfrutara como nunca de esas vacaciones en la isla. Quería compensarla de alguna manera por todo lo que había sufrido en su infancia. Quería mimarla y hacerla sentirse como una princesa durante una semana. ¿Solo una semana? Sí, eso era lo acordado. Y no iba a desperdiciar ni un segundo. 


La isla y la lujosa villa eran mejor en la realidad que en las fotos, pensó Paula cuando llegaron. La terraza de la casa tenía unas vistas magníficas al mar y a una playa de arena blanca. En la otra terraza había una piscina infinita, también con vistas al mar. La villa también contaba con unos magníficos jardines y el aroma de las flores impregnaba el aire. La cálida brisa del mar le acarició el rostro y, echando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos un momento. Al volver a abrirlos, sorprendió a Pedro mirándola con una sonrisa en los labios.


–¿Qué? –dijo ella, algo avergonzada repentinamente. 


Pedro le tiró de la coleta juguetonamente.


–Es muy fácil impresionarte.


–Esto impresionaría a cualquiera –dijo ella mirando a su alrededor–. Este sitio es increíble. Puede que tú estés acostumbrado, pero es la primera vez que yo estoy en una isla privada. Además, creo que es el sitio más bonito en el que he estado en mi vida. Al parecer, la casa ha ganado varios premios por su arquitectura, y no me extraña nada.


Pedro echó un vistazo al edificio.


–No está mal.


–¿Que no está mal? –Paula se echó a reír–. ¿Qué hay que hacer para impresionarte a tí?


–No tienes más que ponerte uno de esos bikinis que hemos comprado. Eso sí que me va a impresionar –contestó Pedro con un brillo malicioso en los ojos.


Paula sintió los latidos de su sexo.


–Lo haré tan pronto como deshagamos el equipaje.


Pedro abrió la puerta principal de la casa con la llave que le había dado la persona que les había llevado en barco a la isla. Paula todavía no podía creer que tuvieran una isla para ellos solos durante una semana entera. El ama de llaves, el jardinero y el equipo de mantenimiento de la piscina iban a estar ausentes durante su estancia. Sin embargo, les habían dejado comida, vinos y champán; además, el dueño del barco les había informado que, a mitad de semana, les llevarían fruta y verduras frescas. Ella entró en la casa detrás de él y se quedó boquiabierta al ver el vestíbulo. Las paredes y el suelo eran de mármol, y una araña de cristal de Swarovski colgaba del techo como una fuente de brillantes. Los ventanales con vistas al mar conferían al vestíbulo vistas espectaculares y sensación de amplitud. La casa daba al mar por tres lados, la cuarta fachada daba a un denso y empinado bosque. El dueño del barco le había dado a Pedro un folleto con el plano de la casa. Pero ella estaba demasiado impaciente para examinarlo, prefirió explorar por su cuenta y llamaba a él cada vez que descubría otra sorprendente estancia. 

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