viernes, 16 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 47

 –No sé dónde has aprendido a hacer eso, pero ha sido magistral – comentó él con una sonrisa.


Paula se echó a reír, se medio tumbó sobre él y empezó a juguetear con el vello de su pecho.


–Me gusta cuando sonríes –dijo Paula acariciándole los labios–. Me gusta más que sonrías a que vayas con el ceño fruncido. Así pareces menos distante, más cercano.


Pedro continuó sonriendo y fue por otro preservativo.


–Voy a tener que ir a la farmacia; si no, vamos a tener problemas.


El único problema que Paula presagiaba era involucrarse emocionalmente con él durante su breve romance. Era un riesgo que había estado dispuesta a correr, pero… ¿No había sido una estupidez por su parte creer que podría separar el sexo de los sentimientos? Hacer el amor con Pedro no se limitaba al sexo, era mucho más. Se estaba estableciendo un fuerte lazo de unión entre ellos. Estaba pasando, no eran imaginaciones suyas. Con cada beso, con cada caricia se sentía más unida a él. Pedro era su primer amante, el hombre que la había enseñado a recibir y darplacer, el hombre que solo con ella se había permitido liberar esos deseos básicos que tanto tiempo llevaba reprimiendo. Pedro se incorporó un poco para ponerse el preservativo y Paula aprovechó la oportunidad de acariciarle el pecho y el abdomen. Él la hizo tumbarse y entonces le acarició los senos, los chupó y los lamió, y sus mordisquitos la deleitaron. Ella ya no podía soportarlo más.


–Estás tardando mucho. Te deseo. Ya.


Con suavidad, le abrió los labios mayores y su penetración fue acompañada de un gruñido profundo. Paula le recibió dentro de su cuerpo y le rodeó la cintura con las piernas para que pudiera llenarla más a fondo. El movimiento de él la excitó, pero la fricción no era suficiente para desencadenar el orgasmo que sentía estaba cobrando fuerza. Pedro bajó la mano y la tocó. Y ella se lanzó a la estratosfera y perdió la razón mientras oleadas de placer sacudían su cuerpo. Paula volvió a la realidad justo cuando él comenzó a incrementar el ritmo de sus empellones hasta alcanzar también el orgasmo. Pedro emitió un gemido ahogado y, por fin, se dejó caer encima de ella. Paula le acarició el pelo mientras le oía respirar y sentía en el pecho el de él. Nunca se había sentido tan unida a nadie. Pedro volvió la cabeza y le mordisqueó el lóbulo de la oreja.


–¿Sabías que eres increíble?


–Estaba justo pensando lo mismo de tí. Mi teoría ha quedado demostrada. 


Pedro le acarició los labios.


–¿De qué teoría estás hablando?


–De la de bailar –contestó Paula–. Si una pareja se entiende bailando, también se entiende en la cama. Lo hemos demostrado.


La sonrisa de él le produjo un cosquilleo en el estómago.


–¿Te gustaría consultar con mi escéptico cerebro alguna teoría más?


–Crees que estoy loca, ¿Verdad? 

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