lunes, 26 de junio de 2023

Falso Compromiso: Capítulo 64

 –No, mejor no. Ya estoy un poco chispa.


Le daba miedo lo que podría llegar a decir si bebía más. «Estoy enamorada de tí. Quiero casarme y tener hijos contigo». ¿Cómo se le había ocurrido pensar que iba a conformarse con una aventura amorosa de unos días cuando lo que quería era pasar el resto de la vida con Pedro? Quería hacerse mayor con él, tener hijos con él, vivir una vida familiar, una vida de familia de la que ella se había visto privada. Pero… ¿Cómo iba a decirle eso? Él no quería saber nada de esas cosas. No quería comprometerse con nadie para el resto de su vida. ¿Por qué le había llevado tanto tiempo darse cuenta de que lo amaba? ¿Porque se había estado engañando a sí misma? Llevaba años mintiendo, contando mentira tras mentira. Y ahora, por una de esas ironías del destino, quería contar la verdad y no podía. Si le confesaba a lo que sentía por él, le enfurecería. Enamorarse no era parte del trato. Le había convencido de que participara en aquella farsa y ahora era ella quien tenía que sufrir el rápido paso del tiempo en su corta aventura amorosa.


Pedro se recostó en el respaldo de su asiento y se quedó mirando el mar.


–Se está tan bien aquí que se le quitan a uno las ganas de volver a casa.


–Dímelo a mí –contestó Paula pensando en su pequeño piso de tan finas paredes que le permitían oír a sus vecinos discutiendo y oír su televisor.


Ahí, en el paraíso en el que se encontraba, solo se oían a los pájaros y el susurro de las agujas de los cipreses mecidas por el viento. «Y ese maldito reloj». Un momento después, Pedro se metió la mano en el bolsillo, sacó una pequeña caja cuadrada y la puso encima de la mesa.


–Esto es para tí. 


A Paula el corazón pareció querer salírsele del pecho mientras contemplaba la caja.


–¿Qué es?


–Abre la caja y mira.


Paula le obedeció y, al abrir la tapa, clavó los ojos en un maravilloso colgante con un brillante.


–¡No es posible…!


Paula sacó el colgante y se lo quedó contemplando.


–Es precioso. No había visto nunca nada tan bonito.


Apartó los ojos del colgante para no echarse a llorar. Jamás le habían regalado nada tan maravilloso. Y Pedro había ido a comprarlo como si ella fuera algo especial para él.


–No lo entiendo… ¿Por qué me has comprado esto? 


Pedro se encogió de hombros.


–Pasaba por una joyería y lo ví en el escaparate.


Paula volvió a mirar el colgante y parpadeó para contener las lágrimas; sin embargo, la emoción le cerró la garganta. Tragó saliva y se pegó el colgante al pecho mientras trataba de recuperar la compostura. Pedro se inclinó hacia delante y le tomó la mano. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario