lunes, 3 de noviembre de 2014

Casada por Obligación: Capítulo 4

Pedro conocía a muchas mujeres como ella, sofisticada y consciente de sus encantos, y no le costó besarla levemente en los labios. Lo que le sorprendía era que Theo considerase atractiva a aquella modelo delgadísima de casi un metro ochenta de alto.
Paula bajó las escaleras observando complacida el centro de flores de la mesa. Desde la muerte de Alan había ido a muy pocas fiestas, pero no podía excusarse de asistir a aquélla. Echó los hombros hacia atrás, y miró a su alrededor hasta encontrarse con la chica del cumpleaños. Jan estaba inclinando la cabeza hacia atrás pidiendo un beso que no le fue denegado. Él medía casi dos metros, tenía la espalda ancha y el pelo negro, y era la pareja perfecta para la rubia Jan.
En ese momento, Paula se fijó en el hombre mayor que estaba junto a ellos y se apoyaba en un bastón con puño de plata. Tenía una expresión de furia contenida y parecía sentirse tan fuera de lugar como Jemma, pero ésta reconoció su rostro enseguida.
—Señor Alfonso—dijo, acercándose a él—. Encantada de volver a verlo —y levantó la mano para estrechársela.        
—El placer es mío —dijo él, tomándole la mano para besarle el dorso—. Por favor, llámame Theo.
—Claro, Theo —rió ella.
Pedro sintió cómo Theo le tiraba de la chaqueta y en ese preciso instante reconoció aquella voz femenina.  Se giró lentamente y la vió... todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se tensaron al instante.  Conocía a aquella mujer de la forma más íntima posible; ella había envenenado sus sueños durante todo el último año y, a pesar de que la despreciaba por su falta de moral, su cuerpo aún sufría de pasión por ella. Antes de pronunciar un saludo apropiado, Jan lo agarró por el brazo y le habló a la mujer:
—Paula, cariño, te presento a Pedro, el hombre tan maravilloso del que te había hablado.
Pedro oyó la voz de Jan, pero sólo se quedó con el nombre: ¿Paula? ¿Qué había pasado con Mimie? Seguro que era el pseudónimo que usaba cuando engañaba a su marido. Pero, a pesar de ser una mujer infiel, tenía un aspecto aún más fantástico de lo que recordaba
La primera y única vez que la había visto hasta entonces había sido cuando hizo un crucero en su yate con varios amigos por algunas islas griegas, como hacía todos los veranos. Era el cumpleaños de una de sus acompañantes y habían bajado a comer a la isla de Zante.
Cuando él había salido del restaurante para tomar un poco de aire fresco, la vió. Ella estaba sola, sentada en la terraza de un bar del puerto, bebiendo a sorbitos una copa de vino. No estaba maquillada, pero estaba preciosa, como recién salida de un cuadro de Rossetti. Tenía un rostro fino y bien dibujado, unos labios jugosos y rosados y el pelo castaño le caía en cascada sobre la espalda.
Mientras la miraba, una pareja que salía del bar chocó con su mesa y la jarra y su copa de vino cayeron sobre ella. Ella se levantó de un salto y Luke corrió en su auxilio.
Ella había aceptado sin dudarlo su ofrecimiento de ir al yate para limpiarse las manchas del minúsculo top y shorts blancos que llevaba. El encuentro sexual que tuvieron después de eso fue el mejor de su vida, y cierta parte de su anatomía despertó al recordarlo, pero enseguida recordó con rabia lo que había pasado después. Sin mirarlo a los ojos, ella se levantó de la cama, recogió su ropa y su bolso, y se metió en el baño
Cuando había regresado, completamente vestida, se estaba colocando una alianza en el dedo. Pedro se levantó de la cama, sin querer comprender lo evidente.
—Estás prometida —dijo.
—No... casada —respondió ella—. Y esto ha sido un gran error.
Pedro había salido con montones de mujeres, y se había acostado con buen número de ellas, pero nunca con una casada. Tan furioso consigo mismo como con ella, le dijo:
—Para mí no, cariño. Ha estado bien, pero será mejor que te vayas. Mis invitados volverán en cualquier momento y preferiría que no te vieran, especialmente una invitada en particular.
Ella lo miró horrorizada, dándose cuenta de lo que quería decir. Después se dio la vuelta y se marchó sin decir más, dejándolo allí desnudo, furioso y asqueado con los dos. No había tenido una aventura de una sola noche desde que era adolescente y su norma era salir al menos tres veces con una mujer antes de acostarse con ella, pero aquella vez había roto todas sus reglas... y con una mujer casada.
Al mirarla en aquel momento la vió tan serena, tan elegante, que le costó recordar a la apasionada mujer que había compartido su cama. Tenía el pelo recogido en un intrincado moño, revelando la perfección de su cuello. Llevaba un sencillo pero fantástico vestido negro y un escote cuadrado bajo el cual se adivinaban sus bellos pechos. La fina tela se ajustaba perfectamente a las curvas de su cuerpo y llegaba hasta un par de centímetros por encima de sus rodillas.
Tenía unas piernas fabulosas acentuadas por los altos tacones de las sandalias, y las uñas de los pies pintadas de rosa. Era la perfección absoluta de pies a cabeza, y no podía olvidar la imagen de su cuerpo desnudo bajo aquel vestido. Pedro contuvo el aliento. Por primera vez tenía celos de su abuelo por tener toda la atención de aquella mujer, su bella sonrisa...
¡No! ¡Estaba casada!
Paula oyó el nombre de Pedro , pero no le dijo nada. Le sonrió a Jan y, cuando miró educadamente al hombre que estaba a su lado, sus ojos se abrieron como platos. Se quedó pálida y bajó lentamente la mirada mientras el corazón le latía como si le quisiera salir del pecho. Pedro destacaba por encima de la multitud, con su esmoquin negro, su piel morena y esa aura de arrogancia y virilidad que era imposible de ignorar. Pero eso fue lo que ella hizo.
Paula no podía creerlo, un error en su vida, y se presentaba delante de ella. Se había acostado con él sin saber cómo se llamaba. Acostarse... no, tenía que llamar las cosas por su nombre: sexo, habían tenido sexo ilícito y nada más que eso. Ella se odiaba a sí misma y a él por haber sido infiel a su novia, que no debía estar muy lejos.
Con el estómago encogido y un terrible esfuerzo, murmuró Paula.
—Encantada de conocerte —sin casi mirarlo, volvió su atención a Theo.

4 comentarios: