lunes, 28 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 53

 –¿Cómo es posible que digas que no me conoces? Me has visto con mi madre y con Sebastián. Sabes que lo que más me importa en la vida es mi familia. Lo de la fama no es más que una forma de ganarme la vida. Mírame. Mírame de verdad, abriendo bien los ojos.


–Eso que has dicho antes de que solo te interesan las relaciones a corto plazo… –dijo Paula con voz temblorosa–. ¿Hablabas en serio?


–Sí, completamente en serio. No quiero relaciones serias. Nada de corazones destrozados. Solo dos adultos que saben lo que se hacen desde el principio.


–¿Le dijiste eso a Rosario también? Porque lo pasó muy mal.


Pedro exhaló aire lentamente.


–Rosario creía que podía cambiarme, que con ella todo sería diferente, pero no fue así y no le gustó. No soy cruel, Paula, y sentí mucho que lo pasara mal. De todos modos, al final todo salió bien y ahora es muy feliz –Pedro le acarició el brazo y a ella se le erizó la piel–. Y podría funcionar contigo también.


Paula respiró hondo.


–Lo siento, pero todo esto es demasiado para mí.


Pedro sacudió la cabeza lentamente.


–Te estoy haciendo una oferta, Paula. Tú estás cansada de ser mediocre; pero, para mí, eres extraordinaria. Los dos estamos solteros, somos libres y me encantaría desnudarte y ver qué pasa después. Ya está, así de claro. ¿Qué te parece?


Pedro ladeó la cabeza y le dedicó una sonrisa que podía derretir el hielo.


–Vamos, Paula, lánzate. Sé que quieres hacerlo.


–Eh, espera un momento. Una cosa es tener una idea y otra muy distinta es llevarla a cabo. No es lo mismo.


–En ese caso, te lo voy a poner fácil. Es sábado por la noche y voy a quedarme en Londres tres días más. Tres días. Tres lecciones interactivas. Si quieres, podríamos empezar mañana por la mañana.


–¡Mañana! ¿Voy a tener que hacer un examen al final?


–Cielo, ya has aprobado el examen. Estamos hablando de un curso para postgraduados y estoy que me muero de ganas por empezar. Pero si estás nerviosa, podríamos empezar con una breve lección de iniciación, gratis. ¿Cómo vas a negarte ese capricho? Mañana por la mañana en tu pastelería. ¿Qué te parece?


Paula alzó las manos al aire.


–¡Una locura! Eso es justo lo que me parece. Además…


No acabó la frase porque Pedro la atrajo hacia sí, la estrechó contra su cuerpo y la besó. Paula abrió la boca para recibir el húmedo e irresistible beso, incapaz de hacer otra cosa.


La áspera barbilla de él le raspó la mejilla y la garganta.


–Eres irresistible, señorita Chaves. Lo sabes, ¿Verdad?


Paula sonrió traviesamente y respondió:


–Pedro, tu proposición es la cosa más loca que he oído en mi vida. Y pensándolo bien, aunque te lo agradezco, la respuesta es…


Antes de poder terminar la frase, Pedro volvió a besarla, silenciándola. La besó con exigencia, con pasión, deliciosamente. La lengua de él rozó la suya, despertando en ella un deseo visceral que no sentía desde hacía mucho, mucho tiempo. Un deseo ardoroso, real, innegable.

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