domingo, 13 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 24

 –Eso fue la primera parte del viaje, ya que tuve que pasarme por la oficina de Nueva York para ver cómo estaban las cosas. Y el tráfico estaba horrible. Así que perdí el vuelo a Londres y tuve que enfrentarme a los periodistas que merodeaban por el aeropuerto. En fin, al final resultó ser un día entero de viaje. ¡Qué vida!


–Una vida que te encanta, no lo niegues.


Pedro miró a Carla y luego se dejó caer en el sofá de cuero, sonriendo.


–Si tú lo dices… Pero en serio, Carla, los últimos meses han sido una pesadilla. Mi madre… En fin, ya conoces a mi madre. Odia a los médicos. Me prometió que empezaría a medicarse tan pronto como terminara el último cuadro de la exposición, pero no sé si lo hizo. Cuando la llamé ayer desde el aeropuerto, estaba completamente acelerada. Pero anoche, sin embargo, estaba completamente dopada con las pastillas para el catarro que se había tomado.


Pedro se pasó la mano por la boca y la barbilla y añadió:


–Han pasado ocho años desde la crisis nerviosa que sufrió en la exposición anterior a esta. ¡Ocho años, Carla! Y los periodistas siguen al acecho, a la espera de que vuelva a ocurrir. Me pareció que si yo acudía podía distraerles y evitar que examinaran con lupa a mi madre. Ya sabes cómo son, ¿Para qué fijarse en una pintora de talento con mala fama cuando esta tiene un hijo famoso que sale en televisión?


Carla se acercó a la mesa de trabajo y se sentó en el borde.


–¿Conseguiste controlarte?


Algo en el tono de voz de Carla le hizo incorporarse en el sofá y mirarla.


–Más o menos. No estaba dispuesto a darles ninguna satisfacción. Así que no me mires así, no le dí ningún puñetazo a nadie, a pesar de lo mucho que me apetecía hacerlo. ¿Contenta? Y sé que pasa algo cuando pones esa voz, así que suéltalo. Vamos, dime qué pasa.


–Siempre tan observador –Carla sonrió. 


Entonces, agarró una pila de papeles y se los dio a Rob. Este, después de ojearlos, los dejó caer en un cojín del sofá.


–No es posible. Acabo de terminar de filmar el último programa de la serie de televisión y casi no podía dar abasto. ¿Y ahora quieren que haga otra nueva serie? ¿Pero qué pasa? Carla, no es la primera vez que pasa esto. Mi madre me necesita en estos momentos, necesita que esté con ella en California. Y yo necesito volver a las cocinas de los hoteles Alfonso. Sebastián apenas me ha visto este año y yo me he pasado dejándolo todo en manos de los cocineros a los que he preparado. Ha llegado el momento de que me ponga a hacer lo que mejor se me da: Cocinar y crear buenos platos para la cadena hotelera Alfonso.


Carla alzó las manos al aire.


–Yo solo he hecho lo que me pediste que hiciera. Hace ya un año, les dije a los de la cadena de televisión que no ibas a hacer más programas. Les dije que una temporada más y se acabó. Pero las audiencias han ido aumentando, Pedro, mes a mes. Gustas a los espectadores. Mira los números. Estamos hablando de mucho dinero. Firma el nuevo contrato y no volverás a tener que trabajar en la vida, a menos que quieras. Esto te daría la oportunidad de tener una suma considerable para emergencias.


Pedro miró a la mujer que velaba por sus intereses desde que él tenía diecisiete años.

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