miércoles, 16 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 28

Pero Rosario dejó de sentirse especial cuando él agarró sus cosas y se marchó una hora después. Y lloró, se humilló y suplicó en vano. Unas semanas después, llegó a sus oídos el rumor de que trataba de superar el trauma de la ruptura a base de vodka y vino del hotel. Paula era la aprendiza de repostería a la que él había despedido con el fin de darle a Rosario una lección y hacerla reaccionar. Esa era la explicación.


–Sí, lo recuerdo muy bien. Acabé llevando a Rosario a casa de sus padres unos días después y le busqué un psicoanalista para que la ayudara a superar el mal momento. Tuvimos una buena relación mientras duró y es una mujer extraordinaria. El otoño pasado la ví a ella y a su marido en Los Ángeles en una conferencia de cocineros. Se les ve muy felices y tienen un restaurante. Me alegro de que le vaya bien.


Despacio, Pedro descruzó los brazos y los estiró encima de la mesa.


–Eso fue hace mucho tiempo, Paula. Tomé una decisión. En aquel momento, me pareció la decisión correcta. Punto final.


Paula jadeó y se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos.


–¿La decisión correcta? ¿Para quién? –Paula se recostó en la silla y parpadeó–. ¿Es eso todo lo que se te ocurre decir? ¿Es esa la única disculpa que voy a recibir de tí? Porque, si es así, es despreciable.


–No es una disculpa. Yo era el responsable de contratar gente buena y con talento para el restaurante, y Rosario es una magnífica repostera. Hasta que no afectó su trabajo, no me había dado cuenta de que bebía.


Pedro se inclinó hacia delante y plantó las manos en la superficie de la mesa.


–Lo único que siento es haber permitido que los sentimientos me nublaran el entendimiento. Debería haberme dado cuenta mucho antes de que Rosario tenía problemas con el alcohol y debería haber hecho algo para evitar que ocurriera lo que ocurrió. En vez de eso, me aparté de ella y no me enteré de lo que pasaba hasta que ya era tarde. Esa fue mi equivocación.


–¿Y no lo fue utilizarme como chivo expiatorio? Tuve suerte de conseguir trabajo al día siguiente, aunque tuve que rogar bastante.


Pedro sonrió.


–A veces soy demasiado sensible.


–¿En serio? No tenía ni idea –respondió Paula con veneno en cada palabra–. Lo disimulas muy bien.


–Todo lo contrario –Pedro se encogió de hombros–. Considera, por ejemplo, esa fiesta a la que has conseguido que accediera a ir –Agarró la taza de café y bebió un sorbo–. Por cierto, me gustaría saber algo más del asunto. Para empezar, me gustaría saber quién dirige la función. ¿De quién ha sido la idea de crear esas becas para preparar a cocineros? Espero que sepan en el lío que se meten. El de cocinero es un trabajo muy duro.

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