viernes, 11 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 16

Lo que pasó no le pilló de sorpresa. Peor aún, sabía que era culpa suya. No debería haber dejado a su madre sola en el hotel con el champán que había enviado el dueño de la galería y con varios tubos de medicamentos para el catarro. Se había distraído con la encantadora rubia que había resultado ser lo contrario a lo que había imaginado. Y ahora su madre estaba… Drogada. Pero lo suficientemente sobria para saludar con educación y hablar con la gente que podía destruirla si hacía el ridículo. Había fallado a su madre. ¿Cuántos críticos de arte, y durante cuánto tiempo, se rendirían a los encantos de Ana sin darse cuenta de que la artista con la que charlaban estaba completamente ebria?


–¡Tarta de limón! ¿Cómo sabías que era mi tarta preferida? Eres una artista y ni siquiera sé cómo te llamas. ¡Qué vergüenza! Mi hijo jamás me hace tarta de limón, a pesar de que se lo he pedido miles de veces.


Paula sonrió y llenó un plato con tres trozos de tarta.


–Me llamo Paula Chaves. Y me dijeron que su agente había pedido que preparara tarta de limón porque es su preferida, señora Zolezzi.


–Ah, Carla es magnífica. Y, por favor, tutéame y llámame Ana.


Paula vió a Ana meter la mano en el bolso y sonarse la nariz con un precioso pañuelo bordado a mano, que quedó empapado. Cerró los párpados y luego parpadeó un par de veces.


–¿No es increíble? Me ha costado ocho años de trabajo tener esta exposición y ahora resulta que tengo un catarro terrible. Bueno, lo peor ha pasado ya, pero… ¡La cabeza! Me estalla. Perdona, cariño, pero me voy a tomar otra de esas pastillas para el resfriado que compré esta mañana. Me sientan muy bien.


Ana se metió una pastilla en la boca y se la tragó con un sorbo de champán rosado.


–Delicioso.


Paula dirigió una rápida mirada a la caja con el medicamento que Ana había dejado encima de la mesa.


–Perdón, Ana, pero esas pastillas solo se pueden tomar una vez al día. ¿Estás segura de que puedes beber alcohol tomándolas?


–¿Una al día? ¿En serio? Oh. En fin, supongo que eso significa que son de efecto rápido. Excelente.


Ana posó una mano, que mostraba una excelente manicura, en el brazo de ella y se balanceó ligeramente. 


–Siempre y cuando me ayuden a aguantar esta velada, cielo, las tomaré. Llevo muchotiempo esperando a que llegara esta noche. Y pienso aprovecharla bien.


En ese momento, Ana alzó las cejas y su enorme sonrisa iluminó la estancia.


–Ah, ahí viene mi hijo. Será mejor que me llenes el plato con estas delicias antes de que mi hijo me recuerde que es hora de que me vaya a descansar.


Ana le guiñó un ojo antes de parpadear repetidamente.


–Ah, Pedro, siempre a tiempo –dijo Ana–. Échale una mano a tu madre y sujétame la copa para que pueda probar estos canapés, por favor. Están deliciosos.


Paula se llenó los pulmones de un aire impregnado con el aroma de un canapé de setas y anchoas antes de volver el rostro lentamente y encontrarse con el de Pedro Alfonso. El hombre que se había sentado con ella en el banco y la había dejado hablar de los cuadros sin dar la menor indicación de lo bien que conocía a Ana Zolezzi.

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