lunes, 21 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 36

 –Sofía está en China. Otra vez. Pero no sé cómo, Sofía y Paula me convencieron para celebrar aquí su fiesta de recaudación de fondos… E incluso para hacer de maestro de ceremonias. Por favor, ayúdame.


–¡Estoy portándome bien, qué más quieres! Ah, y felicidades por la obra del hotel, ha quedado magnífico. Y esta sala para fiestas y funciones es perfecta.


–Gracias. Ha sido mucho trabajo, pero ha valido la pena. Los eventos como este son perfectos para darse publicidad. No tenía idea de que Paula conociera a tanta gente importante.


Pedro arqueó las cejas.


–¿Paula Chaves?


–Sí, claro. Esa chica tiene unos contactos excelentes. Se merece un aplauso por haber montado esta gala. Bueno, y ahora tengo que dejarte. ¡Que lo pases bien? Y espero que te guste la comida. Vamos a ofrecer el nuevo menú que el Alfonso de París ofrece en los eventos y que tiene tanta aceptación.


–Eh, espera. ¿Qué es lo que vais a servir? Vamos, sorpréndeme.


–Unos canapés seguidos de un primer plato frío; después, a elegir entre tres platos calientes, ensalada y queso. Y sí, sé que vas a probarlo todo porque es lo que haces siempre antes de que sirvan los postres.


Sebastián indicó con la cabeza las puertas de vaivén que daban a la cocina y continuó:


–La jefa de cocina estaba gritando a sus subordinados que Pedro Alfonso está aquí y que mejor que cocinen como nunca. Los demás cocineros no les importan, a quien quieren impresionar es a tí. ¡Y los pobres están hechos unos manojos de nervios! Pero no te preocupes por la comida, tu trabajo consiste en asumir tu papel de cocinero famoso. Así que buena suerte y hasta luego.


Tras esas palabras, Sebastián se alejó para saludar a una gente que acababa de entrar. Pedro se hizo a un lado y respiró hondo. ¿Qué era ese nuevo menú que el Alfonso de París ofrecía en los eventos? Se suponía que él era el responsable de decidir lo que se comía y se bebía en toda la cadena hotelera Alfonso. La exposición de su madre y la grabación de los programas televisivos habían ocupado todo su tiempo durante los últimos meses, pero… ¿No era de suponer que debía saber si se ofrecía o no un nuevo menú? ¿Por qué nadie le había dicho nada? Aunque quizá fuera peor que eso. Cabía la posibilidad de que se lo hubieran dicho y que el mensaje se hubiera perdido entre los cientos de correos electrónicos que recibía a diario. Por supuesto, confiaba plenamente en los jefes de cocina de los hoteles Alfonso, los había elegido él personalmente y se había emborrachado con ellos. Pero ¿Dejar que otra gente diseñara un menú? No, en absoluto. Debía ir a la cocina del hotel y averiguar qué era exactamente lo que iban a servir en aquella función. Con una rápida mirada a su alrededor comprobó que los invitados eran una mezcla de gente importante del mundo de la hostelería, directores de empresas y también vió a algunos de sus antiguos profesores. En resumen, toda la gente de Londres interesada en formar buenos cocineros. Un éxito para la recaudación de fondos. Una pesadilla si el menú no era espectacular. Y caminando hacia él una chica muy, muy bonita.

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