miércoles, 9 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 15

Nunca había visto unos labios tan sensuales en un hombre, unos labios para comérselos. Vió la punta de la lengua de Pedro limpiarlos después de tragar el trozo de tarta. Una oleada de deseo la invadió. Algo inesperado e inapropiado. «Haz eso otra vez, por favor». Paula se dió cuenta de que se había quedado conteniendo la respiración cuando un timbre la sacó del trance en el que se encontraba. Al instante, comenzó a colocar artísticamente trozos de tarta en bandejas sobre las mesas de bufé para que los invitados pudieran servirse. El timbre la había salvado. Pedro dejó el plato, sacó el móvil del bolsillo y miró en la pantalla para verificar la identidad de la persona que lo había llamado. Después, cerró el teléfono.


–Esa tarta tiene un sabor interesante. Pero ahora debo reunirme con otra dama encantadora. Nos vemos –Pedro le sonrió y le guiñó un ojo–. De eso puedes estar segura.


«Nos vemos». Claro que Pedro iba a verla. El hermanastro de Pedro, Sebastián Alfonso, estaba total y absolutamente enamorado de Sofía, la mejor amiga de ella y socia del café pastelería. Iba a haber fiestas para celebrar el compromiso matrimonial, preparativos para la boda a final de año. Y al lado de Sebastián, como mejor amigo suyo, estaría Pedro. Iba a tener que tolerarlo por su amistad con Sofía. Pero… ¿Cómo se entendía que hubiera estado coqueteando con ella?


Paula volvió la cabeza y vió a Pedro de espaldas. Estaba acercándose a una mujer madura, alta, elegante y muy delgada que entraba en la galería en ese momento y que saludaba con gestos exuberantes a la gente. En el momento en que la mujer vió a Pedro, lanzó un quedo grito de placer y le abrazó con lo que se notaba auténtico cariño. Después, entrelazó el brazo con el de él y ambos se adentraron en la galería. Cuando ya estuvieron más cerca, Paula se dió cuenta de que aquella mujer era Ana Zolezzi. La reconoció por las fotos de ella que había visto en los folletos y en los carteles que su amigo Ian había hecho. Y se quedó de piedra. Ana era encantadora, reía y parecía contenta. Lo que contradecía la idea de la pintora torturada que había realizado la obra de la mujer en la playa. Pedro Alfonso y Ana Zolezzi. Una tarde llena de sorpresas. No era de extrañar que Pedro supiera tanto de la obra de ella, parecían grandes amigos. Pero no amantes, eso se veía. Sin embargo, se les veía muy unidos. Parecían grandes amigos o parientes. Curioso. No había imaginado nada parecido. Quizá debería llamar a Sofía para ver si sabía, por Sebastián, qué clase de relación había entre Pedro y Ana. En ese momento, el dueño de la galería y varios invitados se acercaron a estrechar la mano de Adele. Paula intentó verla por encima de las cabezas de los que la rodeaban, pero le resultó imposible. Y justo en ese momento, los camareros, todos ellos estudiantes de arte que se habían ofrecido voluntarios para servir la comida y la bebida, salieron de la cocina con fuentes de canapés recién salidos del horno. ¡Manos a la obra!

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