viernes, 25 de junio de 2021

El Sabor Del Amor: Capítulo 47

¡Y justo cuando creía que Pedro no podía parecerle más guapo! Le dieron ganas de gritar. ¡No, no, no! Pero deseaba el contacto de su cuerpo con el de él con desesperación. Mala idea. Punto. Y como no sabía qué hacer ni qué decir, soltó lo primero que se le ocurrió para distraerse, para no pensar en él, para tratar de controlar su deseo.


–Me gusta tanto la repostería que no puedo ni imaginar lo que sería para mí vivir en hoteles todo el tiempo, por maravillosa que sea la vista.


Pedro lanzó una queda carcajada.


–Bueno, no es tan horrible. Hay cosas peores.


Durante un momento de locura, deseó desesperadamente arrojarse a los brazos de Pedro, sentir la fuerza de su cuerpo con el suyo y confesarle lo mucho que le gustaba. Pero no podía hacerlo… Porque él se iba a marchar y ella se quedaba, y eso sería un desastre. No. Tenía que controlarse y luchar contra la atracción que sentía por él. Sí, tenía que hacerlo. Pedro llevaba una vida acelerada de ciudad en ciudad y ella hacía tiempo que había dejado esa vida atrás. Lo mejor era distanciarse, tomarse el café y tragarse lo que sentía. Y marcharse de allí antes de cometer una estupidez… Como tirarse encima de él. Paula, en silencio, le vió servir el café.


–Huele de maravilla.


–Lo importamos especialmente para nuestros hoteles. Ah, si quieres algo dulce, hay amarettos en esa lata. El repostero del hotel dice que los ha hecho él. Así que, si no te importa, me gustaría que los probaras para dar tu opinión como experta.


Pedro se la quedó mirando mientras ella abría la lata, agarraba un fino bizcocho y lo olía.


–Huele de maravilla. ¿Te ha dicho Sofía que me encanta la comida italiana o ha sido un presentimiento?


–Ha sido una casualidad. Según parece, tenemos gustos parecidos en muchas cosas, señorita Chaves –susurró Pedro mientras ella saboreaba el trozo de bizcocho de almendra y melocotón y cerraba los ojos antes de lanzar un gemido de puro placer.


Fue lo más sensual que Pedro había visto en la vida. De repente, perplejo, trató en vano de controlar la respiración… y Otras partes de su anatomía que se habían despertado al darse cuenta de que aquella mujer estaba al alcance de su mano y se encontraban solos en el apartamento. Conocido por ser el cocinero que salía en televisión, a las mujeres con las que salía les gustaba aparecer del brazo con él delante de las cámaras porque así, en parte, también se sentían famosas. Él les daba lo que ellas querían y viceversa. Un intercambio sencillo, sin complicaciones. Blanco y negro, sin matices. Pero Paula era un arco iris. A ella le daba igual que fuera una estrella de la televisión y, desde el día de la galería, le había lanzado un desafío tras otro.

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