lunes, 4 de febrero de 2019

Amor Complicado:Capítulo 28

Pedro se rió.

–No te vuelvas atrás ahora, mujer. Eso es exactamente a lo que me refería. Perder no es algo que llevemos bien. No está en nuestros genes. Si no fuera así encajaríamos en la encorsetada sociedad de Charleston, donde siempre tienes que andar haciéndole la pelota a gente cuya tatarabuela llegó a bordo del Mayflower solo para que te inviten a sus fiestas. Nosotros somos incapaces de hacer eso.

–Pero tu familia es influyente y tiene dinero.

Pedro se rió de nuevo.

–Créeme, hay mucha gente en Charleston que nos desprecia por ser lo que ellos llaman nuevos ricos. A mí nunca me había molestado demasiado pero con todo lo que nos está pasando estoy más decidido que nunca a demostrarles quiénes somos.

–El Grupo Alfonso saldrá de esta tormenta –dijo ella con convencimiento–. Hasta ahora no parece mucho peor que cuando perdimos como clientes a los Martin.

–Aquello fue porque los Martin dejaron el negocio; esta vez los clientes nos están dejando para irse con la competencia. ¿Pero por qué estamos aquí desnudos hablando de negocios?

–Porque somos de esa clase de personas –contestó ella con una sonrisa.

Pedro enarcó una ceja.

–La verdad es que sí somos muy parecidos.

Paula se encogió de hombros. No estaba segura de hasta qué punto eso podía ser cierto. A ella el no ser aceptada por la alta sociedad de Charleston no era una de las cosas que le quitaban el sueño. De hecho, si Pedro iniciara una relación con ella eso no lo ayudaría precisamente a ganar puntos de cara a esa gente, y al parecer era una gran preocupación para él.

–Sí que lo somos –insistió él, como si hubiese intuido sus dudas–. Los dos estamos al borde de convertirnos en auténticos adictos al trabajo, se nos da bien el tenis y ahora mismo estamos juntos en la cama.

Paula se rió.

–Visto así… Pero no puedes decir que se me da bien el tenis cuando todavía no me has visto jugar.

–Te conozco lo bastante como para saber que no lo habrías mencionado si no fuera así.

–A partir de ahora tendré que tener cuidado con lo que diga; esperas mucho de mí.

–Solo porque nunca me decepcionas –le dijo él muy en serio.

–¿Nunca? Seguro que más de una vez tecleando me he equivocado en alguna palabra.

–Estoy hablando de tí como persona; puede que no te lo diga muy a menudo, pero creo que eres increíble.

Paula sonrió de oreja a oreja.

–Bueno, me gustan los desafíos.

–Y a mí me gustas tú.

Pedro le mordisqueó suavemente el lóbulo de la oreja, haciendo que una ola de placer la invadiera. Pronto estaban besándose y acariciándose de nuevo y acabaron haciendo el amor con frenesí. ¿Haciendo el amor?, se preguntó Paula. No, aquello era puro sexo, sexo salvaje. Pedro era tan apasionado que constantemente lograba llevarla a nuevas cotas de placer y excitación. Esa vez alcanzaron juntos el orgasmo entre intensos gemidos, y terminaron riéndose sin aliento mientras trataban de liberarse de las sábanas, que se habían enredado a ellos como si tuvieran vida propia.

–Iba a sugerir que nos ducháramos juntos –dijo Pedro–, pero me temo que si lo hacemos acabaremos desayunando a las dos de la tarde.

–¿Qué vamos a tomar? No me suena que en la nevera hubiera nada para desayunar.

–Eso es porque no vamos a desayunar aquí. Voy a llevarte a una cafetería estupenda que hay a unos pocos kilómetros; mi padre y yo íbamos siempre allí cuando veníamos a pasar unos días. Te encantará; es un sitio típico de montaña. Me ducharé yo primero y así luego tú puedes tomarte el tiempo que necesites.

Paula no pudo resistirse a seguirlo con una mirada hambrienta cuando se bajó de la cama y cruzó desnudo la habitación. Tenía un físico impresionante: anchos hombros, brazos fuertes y musculosos… ¡Y menudo trasero!

No hay comentarios:

Publicar un comentario