viernes, 15 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 53

Paula se despertó con los primeros rayos del perezoso sol que se filtraba por entre las pesadas cortinas. Había dormido como un lirón. Con los nervios de la cena de la noche anterior había caído rendida en la cama después de que hicieran el amor. Se giró para mirar a Pedro pero se encontró con que el otro lado de la cama estaba vacío. Cuando miró el reloj de la mesilla vio que eran solo las seis y media. Un poco temprano para que estuviera ya levantado.

–¿Pedro? –lo llamó incorporándose.

¡Qué extraño…! No se oía ruido en el cuarto de baño, y la puerta del dormitorio estaba cerrada. Volvió a tumbarse, pero estaba intranquila, así que se bajó de la cama, se puso la bata y salió del dormitorio. Pedro no estaba en el salón, ni tampoco en la cocina. Se dio cuenta de que la puerta del estudio estaba cerrada. Él no era de los que se levantaban muy temprano; más bien de los que remoloneaban hasta el último minuto. ¿Habría habido alguna novedad en la investigación del asesinato de su padre? El estómago le dio un vuelco de preocupación. ¿Se habría enterado de que había sido ella quien le había dicho a la policía que su madre había estado en el edificio la noche del asesinato?

–Pedro, ¿estás ahí?

Oyó un ruido de papeles seguido del chirrido de las patas de una silla arañando el suelo y al poco la puerta se abrió de golpe. La expresión de Pedro no podía ser más seria, y de inmediato Paula sintió que palidecía. Lo sabía; de algún modo se había enterado.

–Lo siento –comenzó a decirle–. No era mi intención…

–No te eches la culpa –la interrumpió él–. He sido yo quien la ha fastidiado.

–¿Cómo? –inquirió ella confundida.

Pedro se pasó una mano por el alborotado cabello.

–Era yo quien me había responsabilizado de tomar medidas para evitar un embarazo, y anoche me olvidé de usar preservativo.

Paula se quedó boquiabierta. Había estado tan excitada que aquello ni se le había pasado por la cabeza.

–Yo no me dí ni cuenta.

–Podrías haberte quedado embarazada.

Las palabras de Pedro se quedaron flotando en el aire, y ella se llevó una mano al vientre, como si en él ya se estuviera gestando una vida. Y podría ser que así fuera.

–No puedo creer que tuviera un despiste tan estúpido.

Por el tono de Pedro era evidente que no veía nada positivo en la posibilidad de que se hubiera quedado embarazada. Sin darse cuenta, Paula dió un paso hacia atrás. Por un segundo, por irracional que fuera, había pensado que le gustaría tener un hijo de él. A Pedro, en cambio, parecía que esa idea lo horrorizaba.

–La culpa también es mía; debería haberme dado cuenta y recordártelo.

–Pues claro que no; cada vez he sido yo quien me he preocupado de eso, así que lo lógico era que esperaras que me acordase –Pedro vaciló un instante–. ¿No estarás tomando la píldora por un casual, Verdad?

Paula tragó saliva y sacudió la cabeza. Hacía tanto tiempo de su última relación que no había vuelto a preocuparse por esas cosas. Tenía un viejo diafragma en algún cajón del mueble del baño, en su departamento, pero seguramente ya estaría inservible.

Pedro sacudió la cabeza.

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