viernes, 22 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 64

–Lo supe hace un par de años, pero no ví razón alguna para hacerles pasar un mal trago con eso.

–Pero no fue justo para tí sobrellevar eso tu sola –dijo Sonia acariciándole el brazo.

Ana se encogió de hombros.

–Quizá no dije nada porque me pareció que de otro modo no habría podido sobrellevarlo. Es mucho más duro ahora que el secreto ha salido a la luz. Ahora, cuando la gente me mira, me pregunto si será eso en lo que estarán pensando. ¿Les han causado problemas los hermanos Sosa?

–Hasta ahora Lucas se ha mantenido al margen –respondió Pedro frunciendo el ceño–. ¿Pero quién sabe qué estará tramando? Si quieres saber mi opinión, estoy convencido de que él es el asesino. Todavía no puedo creerme que papá le dejara la mayor parte de las acciones de la empresa –sacudió la cabeza y exhaló un suspiro irritado.

–Pero Andrés en cambio parece muy agradable –intervino Luciana–. Nos dijo que estaba muy apenado por que te hubieran arrestado, y nos ha mostrado su apoyo todo el tiempo. Además parece que quiere convertirse en parte de la familia aunque no tengamos vínculos de sangre con él.

–Tal vez eso sea algo bueno que podamos sacar de todo este desastre –murmuró su madre–. En nuestra familia siempre hay espacio para uno más, ¿No es verdad? –añadió con una sonrisa cálida–. ¡Y qué alivio volver a estar en mi casa, rodeada de todos ustedes!

Cada uno tomó una copa de champán de la bandeja que acercó Carolina y alzaron sus copas en un brindis. En ese momento, a pesar del ambiente alegre y festivo, Pedro sintió una punzada de tristeza. Paula debería estar allí. Todavía estaba dolido por que no le hubiese dicho lo que le había contado a la policía, pero se había convertido en parte de su vida, y ahora, sin ella a su lado, era como si se hubiese hecho un vacío tremendo en su interior. La echaba tanto de menos que sentía un desasosiego angustioso que no había sentido jamás. ¿Sería amor? Si lo era, desde luego no era un sentimiento muy feliz.

–¿Estás bien, Pepe? –le preguntó Carolina dándole suavemente con el codo–. Te veo un poco distraído.

–Supongo que es por la emoción –mintió él antes de tomar un largo trago de champán–. No te preocupes; estoy bien.

Se sentía cruel por el modo en que había despachado a Paula. ¿Cómo había sido capaz de ofrecerle dinero para que se mantuviera alejada de él? La ira había podido con él. ¿Y si estaba embarazada? Por un instante tuvo una visión de Paula mirando con expresión tierna a su bebé. Tomó otro tragó de champán. Todo iba demasiado rápido, tan rápido que no sabía dónde estaría al día siguiente. Para empezar porque, si quería, Lucas podía darle la patada y hacerse con el control de la compañía. No, lo último que necesitaba en esos momentos era iniciar una relación seria. Lo mejor era que no se cerrase ninguna puerta y estuviese atento para esquivar las balas. Sin embargo, debería disculparse con ella.

–¡La cena está lista! –anunció Pamela, la cocinera, apareciendo con una fuente humeante de algo que olía delicioso–. Vamos, pasen todos al comedor; ya tengo lista la mesa.

La disculpa tendría que esperar. Su sitio estaba allí en ese momento, junto a su familia. Siguió a los demás al elegante comedor, y se sentaron todos a disfrutar de su primera cena en familia desde el arresto de su madre.




–A ver si lo he entendido –dijo Sofía al otro lado de la línea–: desde que estuve en tu casa… de lo que no hace ni dos horas… ¿me estás diciendo que tu amado Pedro te ha dejado y te ha despedido?

Paula inspiró temblorosa. Ya había llorado bastante; ¿No iría a ponerse a llorar otra vez, no?

–Sí, básicamente ese es el resumen de la situación. Técnicamente no estoy despedida, sino que son unas vacaciones pagadas. De hecho, para librarse de mí me está pagando el doble de mi sueldo. Está furioso conmigo.

–Y todo esto porque no le contaste que le pusiste a los polis a su madre en bandeja.

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