miércoles, 6 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 32

En aquella carta su padre le revelaba que no era el hombre que todos habían creído que era. Que hubiera tenido un hijo antes de casarse era una cosa. Además, como explicaba en la carta, hasta varios años después de que naciera no había sabido siquiera que tenía un hijo. Sin embargo, el que hubiera retomado la relación con la madre de ese niño y que los hubiese mantenido como a una segunda familia… eso iba más allá del adulterio y casi entraba en el terreno de lo penal porque prácticamente podía decirse que había sido bigamia. Apartó esos pensamientos de su mente y comenzó a leer la carta, de casi dos páginas.

"Querido Pedro:

En la vida uno toma decisiones todo el tiempo, y como ahora sabes yo tomé unas cuantas que muchos desaprobarían. Puede que estés enfadado conmigo, y conociendo como conozco tu honradez y tu orgullo apuesto a que lo estás. Cuando leas esta carta ya habrás tenido algo de tiempo para pensar en cómo te afecta todo esto, y más que ninguna otra cosa quiero que seas consciente de que tú puedes elegir. A mí mis padres no me dejaron elegir cuando me prohibieron que me casara con Alicia Sosa, la mujer a la que amaba".

Pedro se mordió la lengua para no soltar un improperio. ¡Cómo deseaba no haber oído nunca el nombre de esa mujer ni de su condenado hijo!

"Siendo como era un hijo obediente, no me casé con ella. En vez de eso me marché, alejándome de mis padres, de sus planes y las esperanzas que tenían puestas en mí. Como sabes, el tiempo que pasé sirviendo en el Ejército fue algo decisivo en mi vida, que me ayudó a forjar mi carácter como el fuego templa el acero. Recuerdo esa época con orgullo, pero también con arrepentimiento. En el sobre en el que está esta carta habrás encontrado también un anillo. Lo llevé durante muchos años como símbolo de mi dedicación a la unidad a la que pertenecí. Cuando ingresé en el Ejército pretendía escapar de mi vida anterior e iniciar una nueva en la que solo yo tomara las decisiones. También habrás encontrado mi licencia de piloto, ya que siempre me picabas con que era un invento mío. Como ves esa licencia existe, y es real, tanto como otras cosas en mi vida de las que no me siento tan orgulloso. Una huida no es más que un espejismo. No importa hasta dónde llegues corriendo, ni lo rápido que corras. Hay cosas que te persiguen allá donde vayas, como quién eres y lo que has hecho, y antes o después tienes que enfrentarte a ellas. Cuando volví a casa descubrí que mis padres habían estado esperándome y preocupándose cada día por mí. Esa vez obedecer sus deseos de casarme con la chica adecuada y formar una familia me pareció una huida más llevadera. Así fue como conocí y me casé con su maravillosa madre. No podía ser más feliz. Apenas pensaba en lo que había dejado atrás… hasta que descubrí de un modo casual que la mujer a la que una vez había amado había traído al mundo a un hijo mío y lo había estado criando sola en mi ausencia. Para entonces tus hermanos y tú ya habíais nacido y sabía lo que era el vínculo afectivo entre un padre y su hijo y era consciente de los deberes que conlleva la paternidad. Espero que algún día comprendas que de ningún modo habría podido darle la espalda a un niño que era sangre de mi sangre. Cuando me reencontré con Alicia sentí que la pasión que había habido entre nosotros resurgió con toda la fuerza que había tenido y que tanto me había esforzado por reprimir en mis intentos por ser un buen hijo. No seas un buen hijo, Pedro. Toda tu vida has hecho lo que se te ha dicho. Tu madre y yo escogimos con esmero para ti los mejores colegios y te preparamos para que en el futuro te pusieras al timón del Grupo Alfonso. Nunca te preguntamos qué era lo que tú querías. Pedro, hijo mío, quiero que aproveches esta oportunidad para buscar en tu interior y decidir qué es lo que quieres hacer con tu vida".

No hay comentarios:

Publicar un comentario