miércoles, 20 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 58

–Interrogaron a todos los empleados el día siguiente al asesinato, y solo había cinco personas en el edificio ese día después de las siete de la tarde. Por desgracia los guardias de seguridad no registran en un ordenador los nombres de las personas que entran en el edificio, solo llevan un registro escrito, y como todos saben, falta la hoja de ese día. Esta es una lista de las personas que admitieron que estaban en el edificio –dijo sacándose un papel del bolsillo–. Juan, el guardia que tenía turno esa noche, me ha confirmado que son las mismas personas a las que recuerda haber visto –leyó en voz alta–: su madre; el empleado que prepara los envíos nocturnos; Ariel Woods; y su secretaria, Paula Chaves.

Pedro resopló y sacudió la cabeza. Que Paula, la persona en la que más confiaba, le hubiera ocultado aquello…

–¿Por qué?, ¿por qué no me dijo nada? –dijo enfadado.

–¿Quizá porque se temía que reaccionarías así? –respondió Carolina enarcando una ceja–. Lo único que hizo fue decir la verdad, Pepe. ¿Habrías preferido que mintiese?

–Según parece su secretaria le dijo a la policía que su madre parecía preocupada, o agobiada –añadió Ramos–. Juan, cuando le preguntó la policía, solo dijo que sí, que la había visto llegar y marcharse, pero no pareció observar en ella nada inusual.

–Maldita sea –masculló Pedro dando un puñetazo en la mesa–. La pobre mamá entre rejas por culpa de un comentario irreflexivo. Es imposible que Paula piense que sería capaz de haber matado a nuestro padre.

–Estoy seguro de que no –le dijo Federico frotándose los ojos–. Es como si estuviéramos en un terreno de arenas movedizas y todo el mundo estuviera siendo absorbido por ellas. Lo que hace falta es encontrar al asesino. ¿Alguna novedad en ese sentido, señor Ramos?

–La policía ha descartado a las personas de esta lista, y yo también, la verdad, así que la única posibilidad es que lo hiciera alguien que se coló en el edificio sin ser visto.

–Pero si tenemos a alguien de seguridad en recepción las veinticuatro horas del día… –repuso Pedro–. Todo el que entra o sale del edificio tiene que pasar por ahí. No hay otra manera de entrar.

El detective entornó los ojos.

–En efecto. He revisado todas las ventanas y las puertas que antes se utilizaban para la carga y descarga. No hay signos de que fueran forzadas. Este edificio es tan inexpugnable como una fortaleza. El asesino solo pudo entrar por el vestíbulo. Y también debió ser él quien se llevó la hoja que falta en el registro.  Juan dice que solo deja la recepción desatendida cuando tiene que ir al cuarto de baño. Y dice que antes de hacerlo echa el cerrojo a las puertas de entrada, y que esa noche también se aseguró de hacerlo –Ramos miró a Carolina y luego a Pedro–. Pero dice que en un momento dado, cuando regresó del baño y fue a quitar el cerrojo, se encontró con que estaba quitado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario