lunes, 11 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 42

No era que ignorara que no era más que la más reciente de una larga lista de conquistas de Pedro Alfonso. Después de trabajar cinco años con él no le había pasado desapercibido el hecho de que le gustaba tanto la compañía femenina como a James Bond.


–Imagino que recordarás –dijo Jimena alzando la barbilla– que finalizamos nuestro contrato con ustedes y nos fuimos con Danmar Shipping en 2009 por cuestión de tarifas. Pero tenemos entendido que ahora tal vez podríais ofrecernos unas tarifas más competitivas – concluyó enarcado una ceja.


–Así es –intervino Federico, aunque Jimena se había dirigido a Pedro–. Nos gustaría recuperar a Xingha Corporation como cliente y por eso queremos proponeros ciertos incentivos. Por ejemplo, sabemos de algunos de vuestros nuevos productos sensibles a los cambios de temperatura, y nosotros podríamos proporcionaros…


Federico siguió hablando, pero Paula ya no estaba escuchándolo. Estaba pendiente de Jimena, que no le quitaba los ojos de encima a Pedro, y parpadeó con incredulidad cuando la vió lamerse ligeramente el labio superior. Probablemente trataba de ser un gesto sensual, pero a ella le hizo pensar en una serpiente. Miró a Pedro, y vió  con espanto que sonreía.


–Discúlpenme –dijo.


Se levantó bruscamente de la silla y salió de allí a toda prisa, incapaz de soportar aquello ni un segundo más. Una vez en el pasillo fue a refugiarse a los lavabos. La respiración se le había tornado agitada, y no la sorprendió ver en el espejo lo pálido que tenía el rostro y la rojez de su cuello. Eso solo pasaba cuando se sentía espantosamente humillada. ¿Cómo podía volver a la sala de juntas y soportar aquella reunión hasta el final? ¿Acaso había esperado que Pedro rechazara el flirteo de Jimena con desdén? ¿O más bien que le hubiera respondido: «Estaré encantado de volver a Pekín con mi prometida, Paula Chaves», y que la hubiera señalado orgulloso con la palma de la mano? Maldijo entre dientes. Aquello era lo que pasaba cuando dejabas volar demasiado tu imaginación. Incluso después de oír la conversación de Pedro con Federico solo se había quedado con la parte en la que le había dicho que no podía imaginarse que llegase a cansarse jamás de ella. Y después de decir eso estaba sonriendo a una ejecutiva de una empresa china que estaba tentándolo con un contrato como quien cuelga una zanahoria de un palo para hacer andar a un pollino. Pero no podía quedarse allí; tenía que volver a la sala de juntas. Una cosa era hacer un descanso para ir al lavabo y otra esconderse allí hasta que terminara la reunión. Inspiró temblorosa, se humedeció las mejillas con agua fría y se las secó con una toallita de papel. «Eres una profesional y puedes hacer esto», se dijo. «Quieres que el Grupo Alfonso recupere a este cliente porque te importa más el futuro de la empresa donde trabajas que lo que vayas a durar como ligue de Pedro Alfonso». Aquello no la animó en absoluto, pero apretó los dientes y salió de los lavabos. Cuando entró de nuevo en la sala de juntas puso una sonrisa en su rostro y se sentó.

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