lunes, 11 de febrero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 44

Le indicó con un ademán que saliera ella primero, y cuando pasó junto a él Paula sintió como los dedos de él se deslizaban por su trasero. Pedro acababa de hacerle saber que a quien deseaba era a ella, y no a la sofisticada Jimena.

Paula se sentía en el séptimo cielo mientras caminaban hacia el restaurante. Ni siquiera le importó que Pedro fuera charlando con Jimena. Ahora comprendía que si había estado utilizando su encanto personal con ella, había sido para conseguir cerrar ese trato, no porque quisiera llevársela a la cama, y se sintió un poco tonta y mezquina al recordar sus celos de antes. Se dió cuenta de que Federico le lanzaba de tanto en tanto a su hermano miradas preocupadas. ¿Temería tal vez que Pedro o ella desvelasen de algún modo su relación clandestina?  Sabía que el Grupo Alfonso no podía permitirse otro escándalo, así que se aseguró de sentarse en el sitio más alejado de Pedro.

Esa noche fue con Pedro a su casa, un apartamento moderno con unas vistas increíbles de la ciudad. Hicieron un pedido a domicilio a un restaurante tailandés, jugaron una partida de cartas de striptease, y acabaron haciendo el amor sin prisas en la enorme cama de Pedro. Luego, a medianoche, él le pidió un taxi para que la llevara a casa y pudiese levantarse allí y arreglarse para ir a trabajar el día siguiente. El jueves, a sugerencia de Pedro, dejó en su apartamento una bata y ropa para cambiarse para no tener que irse a casa, y ella empezó a llevar en el bolso maquillaje, un cepillo para el pelo y otras cosas. Se le hacía raro ver su ropa colgada en el armario extra donde él tenía la ropa de primavera y verano.

–He decidido restaurar una tradición familiar este fin de semana: la cena de los domingos en la casa familiar –le dijo Pedro a Paula.

–¿En casa de tu madre?

–Sí. Puede que resulte raro que nos reunamos cuando ella no está allí, pero me insistió en que quería que lo hiciéramos. Llevamos haciéndolo desde que éramos niños, y creo que mi madre tiene razón en que no deberíamos dejar de hacerlo por lo que está pasando. Tenemos que mantenernos unidos. Además, será una buena oportunidad para que los conozcas a todos.

Ella lo miró con los ojos muy abiertos.

–¿Yo? No sé, no me parece que… Tus hermanos y tú tendrán muchas cosas de que hablar. Además, no quiero escandalizar a nadie. Seguro que les parece raro que estés saliendo con tu secretaria –dijo ella, y de inmediato se arrepintió de haber usado la palabra «salir».

–Federico  ya lo sabe.

Paula, que no quería reconocer que había escuchado su conversación, se limitó a decirle:

–No sé, creo que me sentiría fuera de lugar.

–Pues claro que no. Mi hermana Sonia traerá a su prometido, Daniel; y Carolina, a quien ya conoces, traerá al suyo, Adrián; y Federico traerá a su prometida, Sabrina, y me parece que a ella también la conoces, ¿No?

–Sí, la conocí un día que vino con Marcos a la oficina porque iban a almorzar fuera los tres.

–Parece que el amor flota entre los Alfonso últimamente. Vamos, Paula, tengo ganas de que los conozcas a todos.

–Está bien, de acuerdo –cedió ella finalmente, a pesar de que ya se notaba los nervios en el estómago de solo pensarlo.

Sin duda se preguntarían qué interés podría tener su hermano en alguien tan corriente como ella.

–Ya verás como les encantarás cuando te conozcan –Pedro la tomó por la cintura y la atrajo hacia sí–. Y estoy seguro de que a tí te encantarán ellos también.

Eso esperaba, se dijo ella para sus adentros, apretándose contra él y disfrutando de la sensación cálida y protectora de sus brazos en torno a ella. A cada día que pasaba estaba encariñándose más y más de Pedro. Era tan considerado, tan apasionado, tan sexy, tan inteligente… Dejó escapar un suspiro. Todo iba tan bien… ¿Por qué entonces tenía la sensación de que algo no tan grato le esperaba a la vuelta de la esquina?

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