miércoles, 19 de diciembre de 2018

Rendición: Capítulo 23

Diez días después, Pedro estaba en la pista, observando como un mozo cargaba el equipaje de Paula en el jet privado de los Alfonso. Ella había tenido la idea de que viajaran juntos y por separado del resto del equipo. En realidad, era más fácil para ella y mejor para su salud, porque así podía evitar a las legiones de fans que solían perseguirla y porque el jet privado de su familia era mucho más cómodo que cualquier línea comercial, aun volando en primera clase. Paula se había puesto tacones altos de color rojo, un vestido ajustado de color negro, gafas de sol de diseño y un sombrero de paja con plumas de avestruz. Pedro no recordaba cuándo había sido la última vez que había visto a una mujer llevar sombrero. A ella le quedaba de maravilla. Una vez acomodados en la cabina, ella lo ignoró, centrando la atención en su iPhone. Se había quitado el sombrero y lo había dejado en el asiento a su lado. Pedro apartó el complemento y se sentó a su lado. La mayoría de la gente se quedaba impresionada cuando veía por primera vez el interior del lujoso jet de los Alfonso. Paula apenas había posado los ojos en los enormes asientos ni en el carrito con deliciosas viandas que les había acercado el azafato.

–Me alegro de verte, Paula –dijo él, tirándole del brazo para llamar su atención–. ¿Cómo te encuentras?

–Muy bien, gracias –repuso ella, levantando la vista un momento de su iPhone.

Su frialdad hubiera bastado para congelar a cualquiera, pensó Pedro.

–Si quieres que crean que somos novios, es mejor que moderes tu hostilidad.

–Podría ser una pelea de novios. Es normal.

–Habla conmigo –pidió él, acariciándole la muñeca–. Háblame de la película. ¿Cómo se titula?

Al fin, Paula dejó el teléfono. Se soltó de la mano de él.

–Marea creciente –contestó ella–. Está basada en una historia real que ocurrió durante la presencia británica en Antigua en el siglo dieciocho. Mi personaje, Violeta, es la madama de un burdel de lujo que ofrece sus servicios a los oficiales y a los ricos propietarios de plantaciones. Fue educada en Inglaterra pero, cuando murió su esposo, los hijos de él la echaron. Ella robó algo dinero, se ocultó en un barco y terminó en el Caribe.

–¿Y cómo sigue?
–Violeta reúna a una docena de nativas jóvenes, las toma bajo su tutela y las convierte en prostitutas de élite. Sin embargo, ella nunca vende su propio cuerpo. Uno de los oficiales de alto rango de la armada desea poseerla y la amenaza con cerrar el negocio si no consiente ser su amante. Al final, se enamoran, pero ninguno de los dos quiere admitirlo, pues lo consideran una debilidad. Son amantes y, al mismo tiempo, adversarios.

–¿Qué pasa al final?

–Violeta se queda embarazada, pero el oficial ha sido destinado a Inglaterra, donde va a recibir un ascenso. Él le ruega que lo acompañe, sin embargo, ella no quiere enfrentarse a la puritana sociedad británica, sabiendo que siempre le perseguiría la sombra de sus actividades ilícitas en Antigua. En la víspera de la salida del barco del oficial, Violeta se pone de parto, pierde al bebé y muere en sus brazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario