sábado, 25 de octubre de 2014

Simplemente un beso: Capítulo 28

De repente, por primera vez desde el día que Sherry se llevó a su hijo, Pedro quería hablar de lo que había perdido.
—Bobby era un explorador. No podías dejarlo solo ni un minuto —dijo por fin, colocando la salchicha y los filetes en sus respectivos platos.
—Mi hermana tiene un niño así —dijo Paula cuando estuvieron sentados a la mesa, cortando la salchicha para Bautista.
—¿Cuántos hermanos tienes?
—Solo una hermana pequeña.
—¿Y es una eterna optimista, como tú? —preguntó Pedro.
—Es peor que yo —rió ella. De nuevo, Pedro sintió ese calor que lo recorría entero—. Sandra se casó con su novio del instituto y son muy felices. Se quieren muchísimo y están locos por sus dos hijos.
Tenía una expresión dulce, soñadora, y Pedro supo que estaba imaginando a su príncipe azul y la maravillosa vida que disfrutaría con él.
Por un momento, sintió envidia al pensar en el hombre que tendría su amor, el hombre que pasaría la vida riendo con ella, amándola.
—Debe de ser genético —murmuró, irritado consigo mismo por aquellos locos pensamientos.
—Yo creo que tú también tienes tus defectos, Pedro Alfonso.
Él hizo una mueca.
—Será mejor que no hablemos de eso.
—Si tú no hablas de los míos, yo no hablaré de los tuyos.
—Trato hecho —sonrió Pedro.
La cena fue muy agradable. Pedro le contó algunos de sus casos, exagerando los elementos humorísticos solo para oírla reír.
Y habló de Bobby. Le contó como a su hijo le encantaba el sonido de las olas, cómo le gustaba que le hiciera cosquillas en la barriguita y cuánto le gustaba bailar. Era un placer y un sufrimiento hablar de él, pero Pedro intentó olvidar el dolor y se sumergió en la alegría que esos recuerdos llevaban a su corazón.
Bautista se comió su salchicha y después señaló el plato de Pedro.
—Más.
—Toma, Bautista , come un poquito de mi patata —dijo Paula, cortando la patata asada en trocitos.
—No —dijo el niño, señalando el plato de Pedro—. Papá más.
Papá. Como siempre, la palabra hacía sangrar el corazón de Pedro.
—Bautista, ¿qué quieres? ¿Quieres un poco de filete? —preguntó su madre, cortando un trocito de carne.
—¡No! —exclamó el niño—. Mamá, no. Papá. Pedro tuvo que hacer un esfuerzo para disimular el nudo que tenía en la garganta.
—Parece que quiere un trozo del mío.
Cuando le cortó un trocito de filete y lo puso en su plato, Bautista le regaló una sonrisa beatífica y alargó la manita para tocar su brazo.
Pedro se emocionó. Aquel crío necesitaba un padre y, por alguna extraña razón, parecía haberlo elegido a él. El roce de la manita del crío en su brazo lo había dejado sin aire.
En otra vida, quizá Pedro habría podido convertirse en el padre que el niño deseaba. Pero no en aquella. El corazón de Pedro estaba demasiado lleno por el recuerdo de otro niño.
Cuando Sherry se había llevado a Bobby, también se había llevado su corazón y no dejó atrás nada que mereciera la pena.
En otra vida, podría haber querido a Bautista , pero en esta, a Pedro no le quedaba amor que dar.

3 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! que pena que Pedro sea tan pesimista, pero tengo fe de que eso va ir cambiando! Ya cambió un montón de las primeras veces!

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  2. Se me cayeron las lágrimas con estos caps. Primero lindos pero en el último mucha tristeza x el dolor que siente Pedro.

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