miércoles, 31 de julio de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 25

Lo miraba con expectación, respirando agitadamente, y hasta ese momento todo lo que había dicho era verdad. Pedro nunca había sido un mentiroso, pero si una mentira era mejor que la verdad no había nada malo en mentir. Además, tenía un objetivo: Convertirla en su esposa, hacer que aquella relación fuese para siempre. Olivia no podía tenerlo solo a él, sería un terrible error. Tenía vagos recuerdos de cómo lo había abrazado su madre, de cómo había cuidado de él, pero eso era todo lo que tenía. Lo que recordaba con toda claridad eran las palizas de su padre, su crueldad, cómo lo había humillado. Y él nunca… No temía ser su padre en ese sentido, pero había un espacio gris en su interior al que temía aún más. Él se enorgullecía de ser un experto en todo, pero no era un experto en cuidar de un bebé y no sabría darle a Olivia lo que necesitaba. En realidad, temía que su negligencia pudiera causarle a su hija un daño irreparable. Era un hombre sin sentimientos y, por eso, mentir le resultaba fácil. Además, no había razón para no hacerlo. Paula quería una historia de amor y se la daría. Pensó entonces en el día que se conocieron, en las noches que pasaron juntos en la casa del árbol. Para ella había sido un romance inesperado y, por supuesto, al final él había destrozado esa ilusión. ¿Por qué no darle una historia de amor si eso iba a hacerla feliz? Tal vez en algún momento ella volvería a mirarlo con esa expresión de felicidad que tanto le fascinaba. Los días se alargaban como uno de esos veranos interminables de los que tanto había oído hablar, pero que él nunca había experimentado. El heredero de la fortuna Alfonso nunca podía estar quieto, nunca podía descansar. Pero con ella había sentido que descansaba. La había engañado para que lo creyese un hombre y no el monstruo que era. «Ella lo necesita, eso es lo que importa».


—Era como si siempre hubieras estado allí. Nos quedamos en la casa durante unos días y luego fuimos a Siem Reap. Y de allí a Europa, hicimos una gira.


—Debí quedar embarazada enseguida.


Él asintió con la cabeza.


—Éramos muy apasionados.


Ella se puso colorada y Pedro anhelaba tocarla, pero no se atrevía. Era demasiado pronto.


—¿Qué pasó cuando descubrí que estaba embarazada?


—Te asustaste —respondió él.


Porque debió asustarse, sobre todo tras ver su reacción, y era mejor darle algo de verdad a aquella historia. «Estoy embarazada». Paula parecía feliz, pero él había tomado esa felicidad y la había aplastado. ¿Pero y si hubiera sido diferente?

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