miércoles, 3 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 37

Tamara asintió.


—Es comprensible. Ustedes dos son como santos para los Himmel.


Paula hizo un gesto como quitando importancia a lo que acababa de decir Tamara. Luego se echó atrás en la butaca, estiró los brazos por encima de la cabeza y dijo:


—Estoy tan cansada…


Pedro desvió la mirada de Paula. Hubiera deseado ser inmune a ella, como ella lo era a él.


—Entonces, ¿Cuándo llevan a casa a tu ahijada?


—¿Ahijada? —preguntó Pedro.


Las dos mujeres lo miraron. 


—¿Tienes una ahijada?


—Ahora, sí. Nació anoche, y yo estuve allí —Paula volvió a hablar con Tamata—: Florencia y Micaela saldrán del Hospital de Tanunda hoy, más tarde. Ambas están bien, así que no creo que tengan que estar más tiempo.


—Voy a esperar a que estén en casa para ir a verlas —dijo Tamara. Se puso de pie—. Será mejor que vaya a abrir la bodega.


Cuando se marchó Tamara, Pedro miró a Paula.


—¿Cuándo estarás lista para que hablemos del negocio? —preguntó.


—Estaré contigo en un momento —dijo ella—. Voy a ver el correo electrónico ahora.


Paula abrió el correo y se encontró con que Esteban Himmel le había enviado varias fotos de Micaela Paula. Ella sonrió y llamó a Pedro para que las viese. Él las vió una a una. Pero la última le tocó una fibra sensible. Paula tenía a la niña en brazos, y sonreía a la cámara. Así era como habría estado ella con un niño de ellos en brazos, pensó. Como debería haber sido. Como él habría deseado que fuera.


—¿No es hermosa? —preguntó.


Él asintió. No podía hablar en aquel momento. Paula quitó la imagen de la pantalla. Pedro maldijo en silencio, y se frotó la frente con el pulgar y el índice. Tenía dolor de cabeza. Por no mencionar un dolor constante en el pecho. Tenía que marcharse de aquel país cuanto antes, si no terminaría hecho una pena físicamente, se dijo.


—Hablemos de negocios —dijo bruscamente, más de lo que hubiera querido hacerlo.


Paula se puso seria y dijo:


—De acuerdo.


Pedro fue hacia la pizarra blanca que había en una pared y apuntó algo. Luego dijo:


—Tu objetivo debe ser aumentar la producción para aumentar el volumen de ventas y por lo tanto, los beneficios. La dirección de L’Alliance está contenta con el margen de beneficios que tienes actualmente. Pero no obstante, el total sobre el que se calcula ese margen es demasiado pequeño. 


—¿Por qué?


Pedro miró a Paula con los brazos cruzados.


—Porque L’Alliance dice que lo es. En comparación con otras empresas del mismo tipo y tamaño, tanto en Australia como en otras partes del mundo, la contribución de Chavland al beneficio de la corporación es baja. Tienes tres opciones —dijo él. 

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