miércoles, 17 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 62

 —Te vuelvo a decir que en mi despacho tengo los datos que apoyan mis previsiones, si quieres verlos.


Él asintió.


—No lo dudo.


—De eso se trata. Creo que hemos cubierto todo en mi plan para el futuro del negocio, excepto la página web.


—¿La página web da dinero?


—Está diseñada para mantener informados a nuestros clientes habituales, y para animarlos a comprar vino con regularidad…


Paula estaba feliz de poder hablar con él de aquel modo, de poder compartir con él sus planes para el negocio de forma transparente.


—¿Qué vas a hacer mientras yo esté con los turistas? —preguntó Paula. 


—Creo que es hora de que haga mi informe. Y antes de que me lo vuelvas a preguntar, te prometo que será positivo. Confía en mí.


—Es un alivio. ¡Me siento feliz!


Paula miró los viñedos. Ella estaría allí la próxima vendimia… Podría verla… Sería testigo de aquélla y de las siguientes vendimias…


—¿No te importa que trabaje en tu despacho? —preguntó Pedro.


—No, en absoluto. Te veré en casa esta noche para cenar.



Aquella noche Paula se acababa de poner un fresco vestido de algodón cuando oyó la puerta de entrada. Se pasó la mano por el pelo, aún húmedo de la ducha, y dejó que se secase naturalmente. Cuando salió del dormitorio, se encontró con Pedro. Éste miró su vestido corto con interés. Ella sonrió al ver su reacción y comentó:


—Hace calor, ¿No?


—Sí… Y también en cuanto al clima… ¿Me da tiempo a ducharme antes de la cena?


—Claro…


Él la miró, luego suspiró y entró a su habitación. Paula se marchó a la cocina a preparar una ensalada. Cuando estaba en la cocina, miró por la ventana y vió que había un canguro gris comiendo en el terreno. De pronto se asomó su cría. Era una pena que Pedro se perdiera aquello. Dudó un momento y fue hacia el cuarto de baño. En el momento en que iba a llamar a la puerta, Pedro salió, envuelto con una toalla de cintura para abajo.


—¿Ocurre algo, Paulette?


—No. Pero hay algo que quiero mostrarte. Ven a la cocina.


Paula pensó que ella también acababa de ver algo interesante: Pedro, medio desnudo, envuelto en una toalla, era lo más interesante que había visto desde hacía años.


—¿Qué es? —preguntó Pedro, que había ido a la cocina detrás de ella.


Paula miró por la ventana y se alegró de que el canguro estuviera allí todavía. 


—Mira… —Paula se lo señaló y sonrió a Pedro—. Pensé que sería el primer canguro que verías fuera del zoológico. Sería bonito que se lo cuentes a André.


Pedro miró por la ventana.


—¡Oh, sí! Le encantará que se lo cuente. 

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