miércoles, 10 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 46

¿Realmente le había causado tan buena impresión? Y si era así, ¿Por qué ella no había hecho antes el esfuerzo de demostrarle su capacidad? Sabía que no lo había hecho por sus propias inseguridades. La opinión de Francisco Asper y la de Pedro no habían sido muy diferentes de la suya, aunque por diferentes motivos. La consideraban una persona sin la cualificación adecuada y sin experiencia en el mundo de los negocios. Paula había sabido que tenía la misma cualificación que cualquier candidato, pero dudaba de su derecho a estar en aquel puesto. Ella no era su padre, así de sencillo. ¿Cómo iba a poder ocupar su lugar? ¿Una hija desagradecida que le había fallado cuando él más la necesitaba? Suspiró en silencio. Tenía que superar aquellos sentimientos. Aunque su padre no estuviera allí, la necesitaba en aquel momento. Y confiaba en que ella hiciera lo que tenía que hacer. Confiaba en que salvara su lagar para que sirviera a las futuras generaciones de su familia, aunque ella no supiera de dónde iban a salir. ¿Los descendientes de Simón, tal vez? ¿Los de Mauricio? Sus posibilidades de ser madre eran remotas, casi inexistentes. Agitó la cabeza para borrar aquellos pensamientos. Tenía que concentrarse en su tarea del presente, tratar de aprovechar la buena disposición de Pedro para convencerlo de que sus planes para el negocio eran correctos. Y así conseguiría el pleno respaldo de la junta directiva. Ella tenía absoluta confianza en sus planes para el negocio, así que en lugar de guardarse para sí sus ideas, lo que había hecho desde que él había llegado, haría todo lo posible por compartirlas con él e impresionarlo. Estacionó frente al Granero. Cuando reformasen más edificios como aquél tendrían una respetable entrada de dinero proveniente de sus alquileres a turistas. Había sido una suerte que El Granero estuviera libre aquella semana… Maldita sea. Se había olvidado de que sólo estaba libre hasta el día siguiente. ¿Qué iba a hacer ahora?


—Mmm… ¿Pedro?


Pedro se estaba bajando del coche.


—Me acabo de acordar… El Granero está reservado para otra gente la semana que viene. Me temo que vamos a tener que cambiarte mañana a media mañana.


—Ah… —Pedro miró El Granero y a Paula—. ¿Qué alternativa hay?


Ella pensó rápidamente. Si alquilaban una de las cabañas de la zona, Pierre estaría lejos del lagar justo en el momento en que ella necesitaba que estuviera más cerca. ¿Podrían alojarlo Mauricio o Tamara? La esposa de Mauricio no se había encontrado bien últimamente, así que no era justo pedírselo. Y Tamara había estado un poco rara con Pedro desde la noche que él había cenado en su casa. Paula se preguntaba si habrían discutido. Le parecía que no sería buena idea obligarlos a que estuvieran juntos. 

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