miércoles, 31 de julio de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 21

No tenía sentido. Ella nunca había sido fascinante, nunca se había sentido deseada. Su propia madre no había querido saber nada de ella y mucho menos su padre. Pero ahora era una persona diferente, todo era diferente. Ni siquiera estaba en su país. Era como despertar a una vida nueva y no sabía si sería capaz de estar a la altura. Entonces se dió cuenta de que ni siquiera sabía su nombre.


—Lo siento, no recuerdo cómo te llamas.


Él la miró como si hubiera dicho algo sorprendente. Y debía serlo, pero Paula se sentía tan perdida.


—Pedro Alfonso—dijo él—. Si tuviese amigos, me llamarían Pepe, pero ese nombre no significa nada para tí, ¿Verdad?


—No recuerdo nada. Ni siquiera sé si me recuerdo a mí misma porque yo nunca he sido tan aventurera como para irme con un desconocido…


Pedro se dió cuenta entonces de que estaban hablando delante de la niñera y le hizo un gesto con la cabeza.


—Déjenos solos, por favor.


Paula apretó a la niña contra su corazón. Era tan pequeñita y olía tan bien que quería agarrarse a ella para siempre. Nunca había sentido nada así, esa extraña sensación de paz incluso en medio de aquella confusión. Pero si sabía algo en aquel momento era que esa niña era suya, la recordase o no. Era su hija.


—Irás recordando poco a poco —dijo él entonces.


Paula se preguntó si habría estado preocupado por ella. Era difícil imaginar a aquel hombre preocupado. Era tan… En fin, nunca había conocido a nadie como él. Su experiencia con los hombres era más que limitada, pero intuía que Pedro no era un hombre corriente.


—Tengo tantas preguntas que hacer —murmuró. —Necesito reunir las piezas de estos últimos diez meses.


—Pero no tienes que hacerlo inmediatamente. Tenemos el resto de nuestras vidas para descubrir quiénes somos. Las lesiones cerebrales son complejas, o eso me han dicho muchas veces.


—¿No puedes decirme qué me pasó? ¿Por qué perdí la memoria?


—No, eso puede esperar. Creo que deberíamos empezar por mudarte a otra habitación, darte una ducha y cenar juntos.


Paula no quería separarse de Olivia y apretó a la niña contra su corazón.


—Ha estado sin tí este último mes y no le pasará nada por estar sin tí unos minutos más.


Pedro sacó el móvil del bolsillo y habló con alguien. Un minuto después, dos empleadas entraron en la habitación.


—Por favor, acompañen a mi prometida a su habitación y ayúdenla en todo lo que necesite.


—Sí, señor Alfonso.

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