miércoles, 17 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 61

Durante el viaje a la plantación de olivos, Paula le preguntó su opinión acerca de la remodelación de los edificios de la granja.


—Creo que tienes un brillante cerebro para los negocios —le dijo Pedro.


—¿De verdad? —preguntó Paula.


Unas lágrimas de alegría cayeron por sus mejillas. Intentó reprimirlas, pero no pudo. Entonces estacionó a un lado de la carretera.


—¿Qué te ocurre? —preguntó Pedro.


—No veo nada —Paula buscó un pañuelo de papel en su bolso—. Es lo más bonito que me han dicho en mi vida.


Pedro le rodeó los hombros y tiró de ella hacia él.


—Pero no hace falta que te lo diga nadie, ¿No? Tú lo sabes.


—Sí… No. No sé… —sollozó un momento en el hombro de Pedro—. Me gustaría que mi padre te oyera…


Pedro le dió un beso en la frente y le dijo:


—Tu padre era un hombre inteligente. Debía de saber el tipo de persona que eras. Estoy seguro de que él sabía lo que eras capaz de hacer —Pedro la abrazó fuertemente.


—Pero no opinabas lo mismo cuando llegaste… Has dado un giro de ciento ochenta grados.


—Es verdad. Tenía ciertos prejuicios cuando llegué. Pero estaba equivocado. Te pido disculpas.


—Las acepto.


—¿Quieres que conduzca yo?


Ella agitó la cabeza.


—Estamos muy cerca. Y ya he dejado de llorar… —se sonó la nariz—. ¿Pedro?


—¿Sí?


—Ahora que sabes que tengo un cerebro brillante para los negocios, ¿Vas a hacer un informe positivo para la junta directiva sobre mi plan? 


—No veo nada que justifique lo contrario…


—¿Es un «Sí»? —preguntó ella, entusiasmada.


—Es un «Sí».


Riendo, Paula volvió a poner el coche en marcha.



Después de una corta visita a la plantación de olivos, durante la cual Paula le transmitió amplia información, ésta le dijo a Pedro que tenía que volver al lagar para recibir a un grupo de turistas japoneses.


—Voy a estar allí por si quieren hacerme preguntas.


—¿Recibes visitas de turistas de forma regular?


—Las recibiremos. Ésta es la primera que hemos organizado de momento. Es una visita al lagar con una guía que habla japonés.


—¿Estas visitas están dentro de tus proyectos para el futuro de la empresa?


—Sí. Según mis investigaciones, serán muy lucrativas. Las organiza una agencia de viajes japonesa. La guía es la hija de Juan McGill, que estudió en Japón y domina la lengua. La he contratado para que trabaje con nosotros de vez en cuando, así que no será mucho gasto.


—Excelente. 

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