miércoles, 10 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 49

 —¿Paula? —la voz de Pedro la llamó desde abajo.


Paula le hizo señas a Dante de que se callara. Se agacharon debajo de la ventana, y ella le indicó que se quedara quieto para que no los descubrieran. Pero el niño no pudo aguantar la risa. Puso los ojos en blanco cuando vió la cabeza de Pedro asomándose desde el final de la escalera.


—¿Pum-pum? —dijo Pedro.


—¿Quién es? —respondió Dante, luego explotó de risa. 


Paula advirtió la tierna cara de Pedro cuando vió a Dante y le dió un vuelco el corazón. Ojalá pudiera verlo con su hijo, pensó.


—¿Puedo pasar? —preguntó Pedro.


Dante corrió unos cómics para que Pedro pudiera sentarse en el suelo con ellos.


—¿Qué te parece mi casa del árbol? —preguntó Dante a Pedro.


—Es una de las más bonitas que he visto. Todos los niños deberían tener una casa en un árbol.


—¿Tú tenías una?


—Sí. Pasaba mucho tiempo en ella.


Paula pensó en André, que seguramente no tendría una casa en un árbol.


—¿Me estabas buscando? —preguntó Paula a Pedro.


—Quería saber dónde estabas, adónde habías huido.


Dante notó que Pedro hablaba con un acento un poco diferente y preguntó si era de otro planeta. Él se rió y le explicó que era francés. Los tres charlaron amistosamente sobre las distintas expresiones que había en los diferentes idiomas, y Dante se rió a carcajadas de algunas de ellas.


—¡Iré a decírsela a mi padre! —exclamó Dante, muerto de risa. Se puso de pie de un salto y salió corriendo.


—Es muy rápido, ¿No?


Pedro asintió.


—Parece tener muy buena salud —respondió.


—Sí, está muy sano ahora. Bueno, será mejor que nos vayamos nosotros también —dijo Paula.


Pedro no se movió. Y ella no quiso pasar por su lado apretándose contra él. El aire dentro de la pequeña habitación se llenó de tensión. Él se acercó más a ella.


—Será mejor que nos vayamos o… —dijo Pedro.


Ella debía apartarse, se dijo, pero se quedó inmóvil. Pedro se inclinó y la besó suavemente. Luego se apartó. Pero ella se movió con él. Sus labios estaban a milímetros de los de ella, en el momento en que se dio cuenta de lo que habían hecho. 


—¿Paula?


Su susurro la sobresaltó, y entonces ella se echó atrás. Pero Pedro la rodeó con sus brazos. Tiró de ella hacia él y la besó tierna y apasionadamente a la vez. Fue delicioso saborear el vino en sus labios. Fue una sensación terriblemente erótica. 

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