lunes, 15 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 58

 —Oh, parece algo interesante… Espera un segundo —Tamara volvió con los clientes.


Minutos más tarde, después de preparar un café, Tamara se sentó con Paula.


—Bien, cuéntame… —le dijo.


—Bueno… —empezó a decir Paula.


—¿Estás enferma?


—No. No es eso, te lo aseguro.


—Entonces, venga, dilo.


Paula respiró hondo.


—¿Te acuerdas que te dije que conocía a Pedro de la época que estuve en Francia?


—Sí.


—No te dije toda la verdad, ¿Sabes? Estábamos enamorados. 


Tamara escupió el café en el mostrador. Corrió a buscar una caja de pañuelos de papel.


—Oh…¡Dios! —dijo mientras lo limpiaba—. Eso explica unas cuantas cosas, la verdad. ¿Por qué no me lo dijiste?


—No te conocía entonces.


—Seguro, ¿Pero y ahora? ¿Por qué no me lo has dicho cuando te enteraste de que Pedro iba a venir? ¿Por qué fingiste que no había nada entre ustedes?


—Oh, no lo sé, Tami. Fue una experiencia muy dolorosa, y yo quería olvidarla. Lo intenté durante años. Así que cuando me enteré de que iba a venir, lo que menos quería hacer era remover el pasado.


—Comprendo —dijo Tamara antes de tirar los pañuelos de papel a la papelera—. ¿Y entonces por qué me lo dices ahora? Supongo que ha sucedido algo…


Paula asintió.


—Hoy hablamos por primera vez sobre el pasado. Al parecer, podríamos haber evitado todo el dolor, si no hubiéramos sido tan orgullosos y hubiéramos hablado.


—¡Bromeas!


—Oh, sí. Siempre bromeo cuando hablo de mi corazón roto…


Tamara se volvió a sentar, pareció pensativa y dijo:


—Siempre me pareció que te miraba de un modo especial…


—No te creo…


—Bueno, allá tú. Entonces, ¿Qué? ¿Se va a mudar aquí?


—No, por eso he venido. Quiero hablar contigo.


—Estás hablando conmigo.


—¿Recuerdas que dijo que tenía un hijo?


—Sí.


—Espera conseguir la custodia.


—¡Oh! Va a ser duro. Los jueces no quitan los hijos a las madres si no hay una buena razón.


Paula asintió.


—Tal vez tenga que aceptar la custodia compartida… 


—¿Y?


—Lo que significa que tiene que vivir en Francia —Paula cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas.


Tamara le apretó suavemente la mano.


—No quieres dejar Vinos Chavland, ¿Verdad?


Paula agitó la cabeza y abrió los ojos lentamente.


—Sabes que no lo haría. Se lo prometí a mi padre. Le fallé muchas veces en el pasado. No podría vivir si lo volviera a hacer.


Paula miró los labios apretados de su amiga.


—Venga, Tami, dilo, sea lo que sea lo que quieres decir.


—Desde que te conozco me pregunto por qué no tienes una relación seria con un hombre… Y ahora comprendo la razón, y no puedo hacer nada al respecto.


—Nadie puede hacer nada, Tami. Es un lío.


—Sí. Me alegro de que me lo hayas contado. Al menos estaré contigo cuando él se marche. ¿Cuándo se va?


—No lo sé. Pronto, supongo. No le queda mucho por hacer.


Tamara le apretó nuevamente la mano.


—Me tengo que ir. He dejado a Pedro mirando cifras.


—La inspección va bien, ¿No?


—Sí —Paula sonrió.


Esperaba poder conservar su lagar. 

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