viernes, 19 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 68

Tamara entró en el despacho de Paula.


—¿Paula?


—Estoy sola.


Tamara entró. Frunció el ceño. Llevaba un sobre en la mano.


—¿Se ha marchado Pedro?


—Sí.


—¿Va a volver?


Paula agitó la cabeza.


—¿Por eso tienes tan mala cara?


Paula asintió. Había estado sentada en su despacho durante horas, sin trabajar, mirando al vacío. Tendría que haberse ido a casa, pero no había tenido el coraje de entrar en ella y oler la fragancia de Pedro, el café hecho por él, el recuerdo de su presencia. Cuando había vuelto por fin, no había podido dormir. Había estado un largo rato encogida, en posición fetal, con los ojos secos, paralizada por la pena. En algún momento se había quitado la ropa y se había acostado en la cama. Y luego había llorado hasta dormirse. Pero ya era otro día, y había cerrado el capítulo del llanto y las lamentaciones. Sin embargo, el dolor que sentía aún en el pecho contradecía sus buenas intenciones de cerrar el pasado. Pero no pensaba hablar con Tamara sobre ello, porque hablar sería como hurgar en el dolor. Su futuro era el lagar. Él sería su vida. No importaba nada más.


—Oh, cariño. ¿Quieres un hombro donde llorar? —dijo Tamara, cariñosamente.


Paula tomó aliento.


—¿Sabes una cosa? He llorado hasta hartarme. No creo que pueda derramar una sola lágrima más.


—Al menos, desahógate hablando. ¿Cómo te sientes?


—Bien. No es tan terrible…


—¿Otra vez no me lo quieres contar? —dijo Tamara después de un suspiro. 


—No, Tami. No es eso. Sólo que tengo que superar esto como pueda, del único modo que sé hacerlo. Trabajando. Haciendo realidad el sueño de mi padre. 


—Bueno… Si cambias de opinión, sabes que puedes contar conmigo… Me imaginé que algo debía de haber pasado, porque encontré este sobre debajo de la puerta esta mañana —Tamara tocó el sobre con sus uñas rojas—. Y hay una nota pegada en él.


Despegó el papel amarillo del sobre y dijo:


—Pedro quiere que te lo dé. No sé por qué no te lo ha dado él mismo.


—Oh, sí. Debe de ser su informe —Paula agarró el sobre.


Echó una ojeada a lo que había dentro y vio que era lo que esperaba.


—Gracias, Tami —dijo Paula poniendo el informe a un lado—. Te veré en el almuerzo, ¿Vale?


—¿No necesitas nada?


—No.


Paula suspiró. Su informe no sólo era favorable sino que era muy halagador. Pedro no podría haber hecho más para asegurar su posición. Aunque había dicho que no derramaría una sola lágrima más, de sus ojos se desprendieron unas lágrimas. Podría haber hecho un informe terriblemente malo para que ella no tuviera la oportunidad de elegir, y pudiera irse a Francia con él. 

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