lunes, 29 de julio de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 17

Se había encargado de que Olivia conociese a su madre, de que estuviese en sus brazos cada día, aunque Paula no lo supiera. Pero ahora estaba despierta.


—Te llamas Alfonso —murmuró ella, cerrando los ojos.


—No te canses —le aconsejó él. —Irás recordando poco a poco.


En realidad, estaba de acuerdo con la enfermera. No podía hablarle inmediatamente de Olivia. Paula ni siquiera recordaba el viaje a Camboya y saber que había tenido una hija sería una conmoción para ella. La prueba de ADN había confirmado que Olivia era hija suya, pero Paula no recordaba esa noche, en la casa del árbol, y tal vez se negaría a creerlo. Si ella supiera que no había amor entre ellos, solo una pasión que había explotado esa noche y que había tirado por tierra todo lo que él creía sobre sí mismo.No se le había ocurrido usar protección con ella. Habían hecho el amor una y otra vez esa primera noche y ni siquiera había reparado en ello. El médico llegó poco después para examinarla.


—En teoría, disfruta de buena salud —anunció unos minutos después.


Hablaban en italiano, de modo que Paula no lo entendería, y él tendría la oportunidad de explicárselo todo más adelante… A su manera.


—Entonces no hay razón para no contarle la verdad, ¿No?


—Ninguna —respondió el médico.


—Muy bien.


—Quiero volver a examinarla en un par de días, pero debe informarme de cualquier cambio en su memoria. Imagino que habrá cosas que deban hablar entre ustedes.


—Sí, muchas cosas.


Durante la visita del médico Paula se había levantado de la cama. Habían hecho ejercicios con ella durante el coma para que sus músculos no se atrofiasen y, aunque al principio le costaba mantener el equilibrio y necesitaba un andador, no había tardado mucho en moverse sola por la habitación.


—Recuerdo cómo caminar. Lo recuerdo todo salvo los últimos…


—Los últimos diez meses —terminó Pedro la frase por ella. —El viaje a Camboya ocurrió hace diez meses y llevas un mes en coma.


—¿Nos conocimos allí? —le preguntó ella cuando el médico y la enfermera los dejaron solos.


—Así es —respondió Pedro.


Le sorprendía cuánto seguía deseándola. Había conseguido controlar ese deseo mientras estaba inconsciente y, aunque sentía algo cada vez que estaba a su lado, estaba convencido de que era por su deseo de que Olivia conociese a su madre. Pero ahora no podía negar que su deseo por ella era puramente sexual y no era el momento de darle vueltas.


—No puedo creer que haya vivido una aventura y no la recuerde.


—Bueno, cara, sigues viviendo una aventura.


—Ah, claro, estoy en Roma, ¿No?


Pedro se había acostumbrado a su rostro dormido. Tenía un aspecto tan sereno en la cama, como si fuese La Bella Durmiente. Los médicos habían tenido pocas esperanzas de que despertase del coma, pero él no había querido rendirse. Olivia necesitaba a su madre. «¿Y qué necesitas tú?». «Necesitar». Esa palabra fue como una bomba.

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