miércoles, 17 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 63

Paula miró, como en un trance, el torso musculoso de Pedro, el vello oscuro que empezaba en su vientre y se ocultaba debajo de la toalla a la altura del ombligo, y se estremeció.


—Me alegro de que me hayas llamado —dijo Pedro, sacándola de su trance.


Paula se puso colorada al darse cuenta de que él la había sorprendido mirándolo. Pedro le rodeó los hombros con un brazo y ella sintió la fría humedad de su mano en su piel caliente. Él la giró para mirarla y deslizó los dedos en el cabello húmedo de ella. Luego lo levantó y le acarició los hombros. Después volvió a agarrarle la cara con las manos. Ella pensó que la iba a besar, pero él no lo hizo. Ella se quedó mirando su boca entreabierta, y se preguntó por qué no la besaba. Luego lo miró a los ojos, brillantes de deseo… ¿A qué estaba esperando para besarla?


—Paulette… Sabes que no puedo quedarme aquí, ¿Verdad?


—Lo sé —susurró ella—. Y tú sabes que yo no puedo irme.


Él asintió y le dió un beso en la frente.


—A pesar de todo… ¿Me deseas? —preguntó Pedro.


Paula cerró los ojos. Sí, definitivamente, lo deseaba. No quería que Pedro desapareciera de su vida después de que hicieran el amor, pero había tomado una decisión: Quería disfrutar al máximo el tiempo que les quedaba para estar juntos.


—Sí —respondió Paula, tocando su pecho con la punta de los dedos—. Te deseo. Pero no quiero pensar en el futuro.


Él gruñó y cedió a su deseo, besándola posesivamente. Su beso fue suave como una pluma al principio. Luego la besó más profundamente, y ella supo que aquello sería el principio de algo arrebatador. Paula le acarició la espalda, y vio cómo él se estremecía con su contacto. Él le agarró las manos y besó sus palmas. Le acarició los hombros y mordió suavemente su cuello. Ella gimió y él le bajó los tirantes del vestido hasta que la prenda dejó al descubierto sus pechos. Y ambos gimieron.


—¡Oh, Pedro! —exclamó Paula—. Te he echado tanto de menos… — Unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.


—Shh… No llores.


—No puedo parar —dijo ella sollozando.


Pedro se echó atrás y le agarró las manos.


—Paulette, lo comprendo. Esto es muy fuerte… Es abrumador…


Tiró de su vestido hacia arriba para cubrir sus pechos y dijo:


—No deberíamos hacer esto. ¡Va a ser muy difícil separarnos después!


—No. ¡Hemos esperado tanto! No perdamos más tiempo…


—¿Estás segura?


—Totalmente.


Pedro la estrechó entre sus brazos y ella se derritió.


—No quiero que nos arrepintamos luego. 

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