miércoles, 10 de julio de 2024

Reencuentro Final: Capítulo 48

 —¡Pobre Tamara! ¿Cómo se lo tomó?


—Parecía disgustada —dijo Pedro, preocupado—. No he querido hacerle daño, pero…


—Estoy segura de que no has querido hacerlo. Pero ella debió de sentirse humillada —suspiró—. Pero Tamara es una persona muy fuerte. Probablemente ya lo haya superado.


—Eso espero —Pedro sonrió.


Su sonrisa derritió la tristeza que ella llevaba dentro.


—En cuanto a la barbacoa, vendrás, ¿No? —dijo Paula sonriendo.





Aquella noche, Tamara y Paula entraron a la habitación de Micaela Paula para verla. Salieron de puntillas.


—Es hermosa —susurró Tamara.


—Absolutamente —dijo Paula, yendo con su amiga hacia el salón—. Tami, espero que no te importe que haya traído a Pedro esta noche…


—No. ¿Por qué?


—Pedro me ha contado lo que pasó en tu casa.


Tamara se puso roja.


—¡Qué desgraciado! ¿Va por ahí diciéndoselo a todo el mundo?


—No… No, por supuesto —dijo Paula—. Me lo explicó porque pensaba que tal vez no fuera bienvenido esta noche aquí. Eso es todo.


—Hmmm…


—Le dije que no se preocupase. Que seguramente ya lo habrías superado. ¿Me equivoco?


—No.


Paula suspiró.


—Me alegro. Ya conocerás al hombre de tu vida algún día, Tami, estoy segura. 


—Oh, están aquí —dijo Florencia Himmel desde la entrada de la habitación—. ¿Sigue dormida Micaela?


—Sí. Está esperando el momento de hacer su entrada triunfal —dijo Paula.


Tamara y Florencia se rieron, y las tres fueron al jardín del fondo. Paula miró a Pedro. Estaba muy atractivo con aquellos pantalones verde oliva de algodón y el polo amarillo. Pero era su sonrisa lo que derretía su corazón. Dante Himmel la saludó.


—¿Qué estás haciendo, Dante?


—Una casa en un árbol.


—Parece interesante —respondió Paula.


Dante la invitó a ver su obra, a un lado del jardín, y ambos se marcharon.


—¡Oh! ¡Esto es fantástico, Dante! —exclamó Paula.


Miró la estructura de madera, a unos tres metros del suelo. La había hecho un experto carpintero, era evidente.


—¿Te ayudó tu padre a hacerla? —preguntó Paula.


—Sí, pero dijo que sin mi ayuda no habría podido hacerlo. Ven, tienes que verla por dentro.


Tranquila al saber que era un trabajo de Esteban Himmel, Paula subió, segura. La casa por dentro era muy alegre. Las paredes estaban pintadas de colores, y había pósters de figuras famosas del deporte. El equipo de cricket estaba en un rincón. En las estanterías había cómics y una Game Boy.

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