miércoles, 24 de julio de 2024

Otra Oportunidad: Capítulo 9

 —Deberíamos ir a Italia unos días —sugirió él una noche, mientras estaban en la cama.


Se le ocurrió entonces que tal vez era italiano. Aunque también debía ser en parte camboyano, había notado que su acento era diferente al de la gente de Siem Reap. 


Fueron a Italia, a la Costa Amalfitana, el sitio más hermoso que Paula había visto nunca. Y cada día estaba más locamente enamorada de él. Pero cuando no le llegó la regla empezó a preocuparse. No le asustaría estar embarazada, pero temía… Temía que él no quisiera saber nada. Pedro era maravilloso con ella. Aunque ahora trabajaba más a menudo, seguían haciendo el amor todas las noches. A todas horas en realidad. Era insaciable y a ella le encantaba, pero seguía sin conocerlo, por mucho que se dijera a sí misma que no era así. Conocía cada centímetro de su cuerpo y sabía cómo darle placer, cómo hacer que perdiese el control. Sin embargo, estaba segura de que no recibiría con alegría la noticia del embarazo. No sabía por qué, tal vez era la oscuridad que intuía bajo la fachada del hombre amable y atento, ese predador. Pero llegó un momento en el que ya no podía retrasarlo más, de modo que mientras Pedro estaba trabajando fue a una farmacia y compró una prueba de embarazo. Y cuando el resultado fue positivo, empezó a llorar. De felicidad. Aunque tenía el horrible presentimiento de que él no sentiría lo mismo. Pedro le había comprado un vestuario fabuloso y, esa noche, se puso un bonito vestido y le pidió al chef que preparase su cena favorita. Era una cosa tan curiosa poder pedirle al chef que preparase lo que ella quisiera. Empezaba a sentirse cómoda en aquella vida, en aquella relación. ¿Pero era una verdadera relación si seguía sin saber nada sobre él? Solo esperaba que esa noche revelase que Pedro sentía por ella el mismo amor que sentía por él. Se había desatado una tormenta y pensó que era un mal presagio. Así era como se habían conocido, pero las tormentas no solían presagiar nada bueno. Pero la mesa tenía un aspecto fabuloso, con el plato de pasta que a Pedro le gustaba, y ella intentó ponerse lo más guapa posible. Como si eso sirviese para algo. Él entró en el comedor y esbozó una sonrisa.


—¿Qué he hecho yo para merecer esto?


—Solo quería organizar algo especial esta noche.


Fuera llovía a cántaros en ese momento. Se sentaron a cenar y ella esperó, nerviosa, intentando comer para que Pedro no pensara que ocurría nada raro.


—Tengo algo que contarte —dijo por fin.


Pedro levantó la mirada y ella lo supo. Antes de decir nada, lo supo. Que siempre tendría el poder de devorarla si quisiera. Que podría romperle el corazón.


—Estoy embarazada.


La reacción de Pedro fue inmediata. Se levantó de la silla como un tigre y la miró con los ojos brillantes.

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