viernes, 25 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 66

 —La barba de Papá Noel pica.


Él hizo caso omiso del comentario y le dió su regalo.


—No lo abras aquí —susurró.


—Como quieras.


Tras despedirse de los niños, Pedro salió de la casa. Luego, dió un rodeo, volvió a entrar por la cocina, se quitó el disfraz para asegurarse de que no lo viera nadie y subió a su dormitorio, donde se puso unos vaqueros y una camisa. Cuando ya estaba preparado, alcanzó la chaqueta y volvió a salir por la puerta de atrás. Ya solo tenía que entrar por la puerta principal y comportarse como si acabara de llegar, lo cual hizo.


—Hola, chicos. ¿Me he perdido algo?


—Oh, señor Pedro, ¡Papá Noel ha estado aquí! —dijo Abril con entusiasmo.


—¿Papá Noel?


—Sí. ¡Y me ha regalado una muñeca!


—¿Cómo es posible? ¿Ha llegado y se ha ido mientras yo daba de comer a los caballos? No me lo puedo creer.


—Pues es verdad. Y Paula se ha sentado en sus rodillas.


—¿En serio?


—Sí, en serio. ¡Hasta le ha dado un beso!


Pedro miró a Paula, que seguía con el disfraz de elfo, tan bella como antes. Y, cuando sus ojos se encontraron, deseó que la fiesta terminara enseguida; pero solo para pasar a la segunda parte de su plan. Aquella iba a ser su última noche. Ya no verían más películas juntos. No la observaría mientras trabajaba en su ordenador. No se darían más besos en la nieve o junto a un árbol de Navidad. Y, aunque no quería que la noche terminara, ardía en deseos de que empezara. A fin de cuentas, le había prometido un buen recuerdo. Y también quería uno para él. Porque si eso era todo lo que podía obtener de ella, debía ser una noche que no olvidaran nunca.


—Siento habérmelo perdido —dijo a Abril.


Paula apartó la mirada y alcanzó la cámara.


—¡Atención, por favor! Antes de que se marchen, les quiero hacer una foto. Vayan delante del árbol.


Pedro siguió las órdenes que le fue dando, aunque se preguntó cómo era posible que pudiera organizar las cosas con semejante caos. No en vano, siempre había sido una obsesa del orden y la exactitud. Pero antes de que se diera cuenta de lo que pasaba, ella les pidió que sonrieran e hizo la fotografía. Después, todo transcurrió muy deprisa. Los padres se marcharon con sus pequeños y Rosa, Paula y él mismo se dedicaron a limpiar la casa. Al cabo de un rato, Paula se fue a su habitación para quitarse el disfraz de elfo. Pedro se dirigió entonces a la cocina, donde llenó un termo de chocolate caliente y metió un montón de galletas en una cesta. Ya se había hecho de noche y, si su instinto era acertado, la naturaleza les iba a proporcionar un buen espectáculo. Uno que ella no olvidaría.

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