miércoles, 9 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 34

Abril, que ya se había encaramado a sus muletas, avanzó hacia su héroe. Y, esa vez, Paula sonrió de oreja a oreja. La niña jugaba con Pedro como si fuera un muñeco. Sabía que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.


—¿Y Queenie?


—No, me temo que Queenie no asistirá a la fiesta. Pero haremos algo mejor que montar. Iremos en trineo.


—¿En un trineo? —preguntó la niña, entusiasmada—. ¿Tirado por caballos? ¿Y con campanillas y todo?


Pedro se dió una palmada en la frente.


—Oh, no... Me he olvidado de las campanillas.


—Pues no podemos ir en trineo si no hay campanillas.


Paula se acercó y dijo con inseguridad:


—Si no hay campanillas, Pedro las encontrará.


La niña la miró.


—¿De verdad?


Paula sonrió con dulzura.


—¿Te ha fallado Pedro alguna vez?


Abril sacudió la cabeza.


—No.


—Pues ahí tienes tu respuesta.


La niña se puso a interrogar a Pedro, y Paula aprovechó la ocasión para saludar a su madre y a la fisioterapeuta.


—Hola. Soy Paula Chaves. Estoy haciendo fotografías para la campaña publicitaria de Bighorn, y me gustaría saber si no les importa que use las fotos que he sacado durante la sesión con Abril.


—No nos importa en absoluto. Yo soy Silvana. Trabajo de fisioterapeuta, y ayudo a Pedro con algunos de los chicos.


—Encantada de conocerte —Paula le estrechó la mano y repitió el gesto con la otra mujer—. Supongo que tú eres Gabriela, la madre de esa niña tan maravillosa.


—En efecto.


—Abril parece muy consciente de que tiene a Pedro a sus pies.


Gabriela sonrió.


—No sé quién está a los pies de quién, pero te aseguro que mi hija adora a ese hombre. Y sobra decir que puedes usar todas las fotos que quieras. Este sitio significa mucho para Abril y para mi familia. Hacen un trabajo magnífico.


Estuvieron charlando durante unos minutos, mientras Pedro y Abril llevaban a Queenie al granero, donde le quitaron la silla y la cepillaron. Al terminar, él alcanzó una manzana, la cortó en cuatro pedazos con un cuchillo de monte y se puso en cuclillas junto a Abril, que se había sentado en el suelo.


—¿Quieres darle un trozo a Queenie?


—¡Sí! —dijo la niña, sonriendo.


Gabriela suspiró al contemplar la escena.


—Cada vez que los veo juntos, me pregunto cómo es posible que Pedro no tenga un montón de hijos propios.


A Paula se le encogió el corazón. No se había molestado en preguntarse si Pedro tenía novia o estaba saliendo con alguien. De hecho, tampoco se había parado a pensar que muchas de las madres que iban a Bighorn con sus hijos habrían estado más que encantadas de ofrecer sus favores al atractivo vaquero. Y, de repente, sintió celos.


—Te aseguro que, si no estuviera felizmente casada... —empezó a decir Gabriela.


Paula guardó silencio; pero, afortunadamente, la madre de Abril cambió de conversación.


—¿Vas a venir a la fiesta, Silvana?


La fisioterapeuta sacudió la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario