lunes, 7 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 30

Él sacudió la cabeza.


—No lo he dicho con intención de hacerte daño. Pero piénsalo un momento, por favor. Aquí estamos todos en el mismo paquete. Fiorella y Tomás, con su autismo; Abril, con sus problemas neuronales y yo, con mi cicatriz. Eso es el Bighorn Therapeutic Riding, y te he contratado para que lo fotografíes. No para que hagas fotos de un granero vacío.


Paula se sintió más insultada que nunca. Entre otras cosas, porque no había hecho el comentario de la perfección pensando en ellos, sino en su propio trabajo y en ella misma.


—¿Contratado? A mí no me ha contratado nadie —se defendió—. Hago este trabajo porque quiero, y lo hago gratis. Además, tú no podrías pagar lo que cobro.


A Pedro le brillaron los ojos de indignación, y ella se arrepintió de haber mencionado el asunto del dinero. Al fin y al cabo, estaba haciendo un gran trabajo en Bighorn, y sospechaba que se veía obligado a hacer milagros para que le cuadraran las cuentas. Sin embargo, no se disculpó. Tenía una opinión tan baja de ella que no se podía disculpar.


—Sí, supongo que eso es cierto —dijo él con un tono de voz peligrosamente bajo.


—Pues ya sabes. Lo tomas o lo dejas.


Pedro dió un paso atrás y le lanzó una mirada fría como el hielo.


—Muy bien, hazlo como tú quieras. Sigue buscando la perfección, Paula. Y, si la encuentras, avísame.


Él dió media vuelta y se marchó, dejándola sola.


Ella bajó la mirada e intentó poner orden en sus turbulentas emociones, muy afectada por las palabras de Pedro. Por supuesto, le había molestado que se atreviera a decirle cómo debía hacer su trabajo. Pero también se sentía culpable por haber provocado el enfrentamiento. Y, por encima del enfado y del sentimiento de culpabilidad, sobrevolaba el hecho indiscutible de que lo encontraba físicamente irresistible. Paula se vió obligada a reconocer que él estaba en lo cierto. Por mucho que se empeñara, por mucho que se esforzara, nunca encontraría la perfección. Y, a decir verdad, se estaba empezando a cansar de buscarla. Además, la gente no podía ser perfecta en ningún caso. Todo el mundo tenía un defecto, en algún sentido. Todo el mundo tenía cicatrices emocionales, y no había ninguna cura definitiva para ellas. Sin embargo, sus diferencias con Pedro carecían de importancia. En poco tiempo, se iría a Beckett’s Run y, tras pasar las Navidades con su abuela, volvería a su ordenada y previsible vida de siempre. Solo tenía que encontrar la forma de sobrevivir unos días más en Bighorn.

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