miércoles, 16 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 49

A Paula no le extrañó que hubiera hecho una pausa antes de decir «Papá». Nadia se había hundido al saber que no era hija de Miguel, como Delfina y ella, sino de otro hombre. De hecho, aquel asunto fue lo que destruyó definitivamente el matrimonio de sus padres. Miguel no lo pudo soportar.


—Dios mío... Menuda situación.


—Por lo visto, no va a ser tan terrible como parece.


Paula frunció el ceño, desconcertada. ¿Nadia estaba insinuando que sus padres habían hecho las paces?


—Me alegra que hayas llamado —continuó Nadia—. Así estarás sobre aviso.


Paula guardó silencio durante unos segundos. No estaba segura de querer que sus padres volvieran a abrir la caja de Pandora de su antigua relación. Pero tampoco quería hablar de ello. Era demasiado complicado.


—¿Delfina lo sabe? —preguntó a Nadia.


—No lo sé.


Paula se volvió a quedar en silencio; y, cuando por fin lo rompió, no fue precisamente para retomar la conversación sobre sus padres.


—Escucha, Nadia... Solo te he llamado para decirte que...


—¿Para decirme qué, Paula?


—Que lo siento —respondió con inseguridad—. Cometí un error al desentenderme de la familia. Me habría gustado que mantuviéramos una relación más estrecha. Al fin y al cabo, somos hermanas.


—No te preocupes por eso. Lo intentaste con demasiado ahínco. Eso es todo —dijo con voz cálida—. Hiciste lo posible por desempeñar el papel que le tendría que haber correspondido a mamá, y no nos portamos muy bien contigo.


—Tú no hiciste nada. Nunca fuiste tan implacable como Delfina.


—Yo no diría eso. Simplemente, tenemos personalidades distintas y reaccionamos de forma distinta —observó Nadia—. Además, yo tengo tanta culpa como cualquiera. Me cansé de mediar entre Delfina y tú y me marché.


Paula, que se había emocionado un poco, habló con voz temblorosa.


—Tengo muchas ganas de verte, ¿Sabes?


Nadia soltó una carcajada.


—Y yo de verte a tí. Dios mío, no sé quién será ese Pedro, pero debe de ser increíble para que haya provocado todo esto.


Paula se ruborizó sin poder evitarlo.


—Solo me hace pensar. Nada más.


—¿Y dónde está el problema? Por lo que dices, es evidente que te interesa. Entonces, ¿Por qué no le das una oportunidad?


La respuesta a esa pregunta era tan larga y complicada que Paula decidió darle la versión más corta posible.


—Porque me voy dentro de unos días, y porque apenas lo conozco. Si quisiera algo serio con él, tendría que dejar Sídney o mantener una relación a distancia. ¿Y en qué estaría basada? ¿En diez días de aventura en un rancho? No... Sería una locura.

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