lunes, 21 de abril de 2025

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 56

Paula terminó tumbada encima de él, en una posición que no era precisamente digna. Y, para empeorar las cosas, los jugadores de hockey no dejaban de reírse y aplaudir.


—Pedro... —dijo ella, en tono de advertencia.


Él la miró a los ojos y le puso una mano en la nuca.


—Lo siento, Paula. No lo puedo evitar.


Acto seguido, le bajó suavemente la cabeza y la besó. Los labios y la nariz de Pedro estaban fríos, pero Paula se dijo que su boca era más cálida y dulce que nunca. Aunque había tomado la decisión de no dejarse arrastrar por el deseo, no tuvo más opción que traicionarse a sí misma y limitarse a disfrutar del momento. Al cabo de unos segundos, él cambió de posición y ella se encontró súbitamente debajo, con la espalda contra la nieve.


—Hace días que no deseo otra cosa que besarte —declaró Pedro en un susurro—. Me he intentado resistir, pero eres una tentación demasiado fuerte, Paula Chaves.


Ya no la besaba. Solo la miraba. Y ella lo miraba a él, como si fuera víctima de un hechizo. Paula pensó que estaba a punto de soltarla, pero Pedro volvió a asaltar su boca y a desatar su pasión de un modo increíblemente eficaz. Esa vez, tampoco intentó detenerlo. No quería. Era demasiado perfecto, demasiado maravilloso. Se sentía como si cualquier cosa fuera posible. Se sentía fuerte, bella, deseable, viva. Estaba tan excitada y tan concentrada en su boca que apenas fue consciente del ruido de la gente que subía a sus coches, cerraba las portezuelas y se marchaba de allí. Casi no podía pensar, y la poca razón que le quedaba se dedicó a decirle que continuaran con sus besos en el interior de la casa, donde estarían más cómodos y se podrían quitar la ropa. Sabía que habría sido espectacular. Lo sabía de forma instintiva, pero también porque él la estaba acariciando en ese momento con una mezcla de hambre y dulzura que desató un fuego incontenible en su interior. Solo tenía que decir una palabra; solo eso. Una palabra y Pedro Alfonso sería suyo. Pero ¿Era lo que quería? Insegura, dejó de besarlo. Pedro alzó la cabeza un poco y la miró de nuevo mientras ella pensaba que, a pesar de la cicatriz, era el hombre más atractivo que había visto nunca. Y un hombre que le importaba de verdad. Un hombre que había traspasado todas sus defensas y se había ganado su cariño.


—¿Qué ocurre? —preguntó él.


—Nada.


Él frunció el ceño.


—Dímelo, Paula.


—No puedo seguir.


A Pedro le brillaron los ojos.


—Si quieres, podemos continuar dentro de la casa. Estoy seguro de que Rosa ya se habrá marchado.


—No se trata de eso.


—¿Entonces?


—Es que...


Pedro la miró con deseo.


—Quiero estar contigo. Quiero estar contigo en el sentido más profundo posible, aunque solo sea por una vez. Nunca había conocido a nadie como tú.


Paula deseó aceptar el ofrecimiento. Lo deseó con todas sus fuerzas. Pero, como tantas otras veces, su miedo fue más fuerte.

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